EL AGUILA
DE ORO
De Bharat a
Eugenio Siragusa
Notas
biográficas de un hijo espiritual
Edición para internet de:
Retorno al Manantial
El Sol surgía de occidente, cuando el Río alimentaba
los mares.
Luego el Río se volvió a oriente, hacia la nueva alba
que la Sabiduría Divina había elegido.
Me has concedido servirte, Maestro mío,
hasta ahora, al epílogo de las generaciones pasadas. El éxtasis sin tiempo se
ha ido donde sopla el gélido viento de los blancos horizontes, para calentar
mejor el estremecimiento de las almas y correr, más ansioso, para volver a
encontrar la Luz de un Tiempo Lejano.
Y es así como el Sol de un Lugar que
está en el medio, entre occidente y oriente, de la humanidad, en donde todo ha
nacido y todo destino se determina, este Sol de Sicilia perfumado de flores de
naranjo, de vapores del Etna y de salobridad, me ha despertado para dar
testimonio de Tu Divina Obra Inmortal.
Ilumina mi vibración a lo largo del camino, Aguila de
Juan, del Rosal Solar, para que yo pueda realizar la Piedad del cumplimiento.
“ En el último tiempo, llenaré de gloria
el camino del mar, el país que esta
mas allá
del Jordán y de la Galilea de los
Gentiles”.
Isaías 8/23
INTRODUCCIÓN
¿Cuál es el límite entre una y la otra vía del
Éxtasis?
La Puerta de la sublimación.
¿Cómo superar el velo de la Madre Naturaleza?. ¿El
Amor infinito de la morada?. ¿Sus bellezas indescriptibles, los sentimientos
más profundos, que han constituido la inspiración de artistas, poetas,
filósofos...?.
No es en el devenir consciente a nivel intelectual,
que se abren nuevas dimensiones. El espíritu vive de otros valores eternos, más
allá de este sistema de vibraciones, en donde ya no existen los sentidos. Otra
naturaleza nos espera donde ni la temperatura, ni la luz, ni el tiempo y el
espacio no tienen más límites.
Cuando se comienza a vivir de Eterno y de Infinito, es
entonces cuando la sonrisa melancólica de nuestra conciencia roza, apenas, las
ondas de esta dimensión de albas y ocasos, de angustias sin respuesta, y
acaricia el alma cansada de mil vidas y la coge de la mano para conducir al
Padre, al despertar de cada pensamiento.
¿Para qué sirve escribir este libro?. Os doy a mi
mismo, no lo humano.
Os doy cuanto, a través de mi, viene fuera por causa
de una voluntad de despertar para mi y para todos vosotros que amáis esta
sintonía y me comprendéis.
¡Sed capaces por vosotros mismos!
Sed símiles a la apertura de vuestro deseo de amar,
que es espera y cumplimiento. Retornad al punto infinito, generador de vuestro
aliento, a través de cada alba que el destino conduce.
En este trabajo, aclaro que el Maestro mío es el
Divino Espíritu de Juan, emanado del Padre del Sistema Solar, o Poimandres.
Eugenio es el instrumento sensible de Poimandres y ha
reflejado una continua enseñanza e inspiración, también en la vida práctica,
cotidiana.
Los pasos y algunos aspectos de mi vida cerca de él,
son, sin duda, de los peores, pero es la única moldura pura y simple con la que
soy capaz de describir su vida. Me perdonará.
La mezcla de presente y pasado no tiene sentido
histórico, sino ejemplo de anhelo en un continuo presente, para rendir
testimonio al Fuego de la Sublimación que apremia en el ánimo de todo iniciado.
No he puesto los numerosos escritos antiguos de Eugenio, bien porque ya lo han
hecho otros, o porque no me placen los archivos cuando deseo comunicar el
espíritu que anima la escucha del Verbo y la lectura estática para quien, como
tantos, viene tocado por los rayos del Sol del Amor.
Paciencia infinita es el amor de la Conciencia.
Estar en Dios quiere decir amar como Él ama, y amar a
los otros por ellos mismos.
No es debilidad, no es complicación, mas bien desapego
de la catarsis momentánea del sufrimiento, que ofrece consolación desde los
planos de la Justicia, que es la máxima expresión del Amor, porque es
consciencia del Verbo Superior, no “lección” o “castigo”.
Si te amo, te estoy cercano, a empujarte hacia el
despertar, a cada paso, con paciencia infinita. Si no poseo esto, soy
ignorante, presuntuoso y vivo, también, en el odio y no persigo la Luz.
El materialista piensa poder aprovecharse de esto,
pero de parte del Sabio todos los modos son buenos para enseñar. Y cuando al
agresor se le despierta la consciencia, comprende quien era el verdadero
ingenuo del Espíritu. La ingenuidad material es una fuerza que llevo conmigo y
me hace vivir en la eterna juventud.
Juan dijo: “Los hijos del Sol no envejecen nunca”.
De cuando en cuando he recibido impulsos interiores
que me indicaban en donde concentrarme, que recordar del pasado y del futuro.
Una guía astral que se ha reflejado en tensiones de ánimo...
particularmente a través de desdoblamientos en sueño:
6‑'77: ...me llama en
astral Eugenio, me dice seriamente que copie sus ánticos escritos. Le digo que
ya conocía los discursos sobre el Todo de Poimandres.
Sonriendo me aconseja no hablar de ello, son
autorrealizaciones personales.
3‑'94: ...recibo un premio
olímpico de triple salto, una bandeja conteniendo una pluma y otra cosa. No doy
importancia al premio, pero recojo la pluma bajo un cilindro de lava...
9‑'94: ...estaba con un
grupo de personas y percibo en un ángulo un casco grande de barca y un hombre
que lanza las redes.
Esta figura se ilumina de color oro y se vuelve una
luz cegadora; me siento atraído y voy, dejándolo todo. Era Eugenio. Apenas
llegado, todo se apaga y se vuelve natural. Eugenio me acoge y me habla...
8‑'95: ...me presento,
llamado, ante Eugenio (como en un desdoblamiento del '73, en el cual me había
llamado, dado instrucciones junto al Consolador y luego, ordenado de ponerme en
la posición faraónica, me saludó y me desperté sobre la cama)...
Ahora me dice que tome una agenda anaranjada y me hace
preguntas de conciencia psicológica, planetaria, universal.
Mientras contestaba correctamente y sereno me
despierto...
...inmediatamente después retomo el sueño y descubro un
grupo de ladrones que tenían un contenedor con muchas joyas. Reconozco
inmediatamente el corindón con el águila de Eugenio, lo tomo junto a un
diamante.
Corro rápidamente junto a Eugenio y recuerdo que era
la tercera vez que le llevaba el anillo perdido. Estaba feliz.
9‑'96: ...estábamos en la
penumbra y Jesús me hablaba. Recuerdo esta frase: “El lugar de la purificación
esta en un cierto paraje del desierto, en donde la arena es rubia oro”.
Poco después me aparece el rostro de Eugenio,
iluminado, sonriente y un poco inclinado, y me dice: “Escribamos nuestro
Evangelio”. Le contesto, mostrando la mano a todos: “Tú eres quien lo escribe,
yo sólo pongo la mano y la pluma”. Él continua sonriendo.
Es, el mes de agosto, en Sicilia, que me trae a la
memoria hechos, realizaciones, dinamismos del espíritu, de mi instructor, mi
Padre Espiritual.
Es como la brisa que te alivia dulcemente a la sombra
de un olivo, y te sacude el alma llevándola a los antiguos momentos de las
serenas enseñanzas, cuando volvías a encontrar la armonía de los gestos y la
profundidad de las palabras que esclarecían la bóveda del Universo visible e
invisible y daban tiempo de concebir, en el curso de aquella vida y de las
futuras.
Una brisa que lleva de otro modo los mismos olores que
vienen del aroma de los higos y de las cigarras. Y te parece raro que de
aquella zona abrasada se regenere un vientecillo tan fresco, con el perfume
intenso de la Sicilia eterna.
Y mientras alientas la resistencia al calor abrasador,
te sientas sobre un muro de piedra lávica milenaria, manchada de líquenes color
naranja y, con un profundo suspiro, tu mirada va mas allá de los peñascos
cubiertos de tallos secos, a perderse de encanto en el celeste Jónico.
¡El Jónico!. Encrespado de puntitos blancos, te inunda
de emociones que ninguna salobridad ha podido cancelar nunca.
Entonces mis pensamientos tiemblan de angustia,
saliendo del tiempo, y se dejan mecer por los sutiles rayos que se filtran
entre las ramas, y me abandono a Él, al Gran Padre que siempre me ha empujado,
llamado a despertarme, a conocer, a servirlo. Y me encuentro a mí mismo y jamás
quisiera alejarme de este Sueño de la Realidad.
Me has concedido, una vez más, estar cerca de ti,
Aguila de Juan, aún si no lo merezco y soy indigno, y me concedes escribir
sobre ti, sobre tu Obra Eterna, de los sollozos que tu Espíritu Solitario de
Caminante Cósmico ha dejado a lo largo de los senderos de esta humanidad
terrestre, llevando en la vibración de tu vivir y de tus palabras, la Copa de
la Sabiduría de Hermes, dulce como las alas de una Paloma de Luz, justa como la
mirada del Aguila Creadora y firme como sus garras invisibles, tierna de Amor
sublime como la brisa templada que regenera los desiertos del Norte.
Así, postrado ante la esfera infinita de la Luz Blanca
y Negra, con severidad trazaré estas páginas, en las que he debido, varias
veces, forzarme a dividir alguna cosa que no puede ser dividida, pensando que
habría hecho mejor recapitulando todo hacia el Uno de las infinitas
manifestaciones. Dejo que este trabajo con lógica intuible, sea hecho
personalmente por el lector.
Es noche avanzada, en Valverde, estoy cenando con
Eugenio. Se han ido los amigos que, cada día, vienen a charlar para saber o por
curiosidad.
Cuando se hace de nuevo el silencio, en estos
aposentos de laboriosidad, de archivo, vuelve la paz de animosidades
indiscretas, y sólo quedan los pensamientos y las presencias elevadas.
Mientras
está preparando un pescado en su plato, Eugenio se para observándolo, serio,
con la mirada, sin embargo, dirigida más allá del pez, más allá del ambiente
circundante. Intento percibir sus pensamientos, mientras se gira y dice,
aludiendo al pez:
“Me ha hablado y me ha dicho: ¡cómeme, cómeme, si no como puedo alimentar
mi eternidad!”
No tengo otra reacción que quedar inmóvil ante la
síntesis de una tal concepción cósmica y, mientras continuamos cenando, en
sereno silencio, vuelvo a pensar en el primer encuentro, cuando lo había
conocido.
Era en octubre de 1969, trabajaba de fotógrafo y un
periodista me llamó para ir a realizar una entrevista a un hombre que “hablaba
con los marcianos”, en S. María La Stella.
Todos los detalles de la llegada, del coloquio irónico
del periodista, revistas, mensajes, correspondencia, no me conmovieron tanto
como algo que queda grabado en mi memoria, como fue la simplicidad del
cuartito, el perfume de laboriosidad, la elegancia interior que transparentaba
mas allá de las expresiones de reacción hacia el escepticismo, la faz del
Consolador es la llamada que Eugenio me transmitió sin hablarme y sin mirarme.
Un año después, agosto de 1970, yo volví para no olvidar más, muriendo poco a
poco de mi pasado, apagando todo detalle e incertidumbre.
La primera frase que me dijo mirándome al pecho y al
aura superior fue: “la verdad esta dentro de ti”. Y el primer encuentro astral
semidormido que hice sobre la relación con nuestros hermanos provenientes de
otros planetas; vi dos plataformas elipsoidales aproximarse a la terraza de Aci
Castello, en donde vivía y salir dos de ellos. Me aproximé, rogándoles
ayudarme: “Quisiera tanto trabajar para vosotros, a vuestro lado”, les dije
desconsolado, y me contestaron seria y dulcemente: “Si, pero cuando tu estés
realizado” y partieron velozmente.
Eran mediodías soleados, estivales, las primeras veces
que salí de Aci Castello a S. María La Stella, andaba rápido y el corazón
batía. A menudo encontraba a otras personas, sentadas en círculo bajo la gran
morera blanca, cerca del pozo. Entonces escuchaba y a veces pedía tomar algún
higo del pequeño árbol del jardín.
Pocas eran las veces que me encontraba solo, y era tal
el éxtasis de mi espíritu compenetrado en la profundidad de las verdades
universales que él hacía emerger en la memoria de mi alma, que quedaba como un
niño sin palabras. Mi cuerpo yacía y me era difícil volver a mi dimensión
humana, a las mansiones terrenas.
Tenía siempre la ilusión de ayudarlo, en tantos
trabajos domésticos, o de archivo, o de correspondencia.
Cuando se estaba en grupo, desenrollaba los dibujos
tántricos de las revelaciones del Triángulo de Esmeralda y del Triángulo de
Oro, pero normalmente contestaba a las numerosas preguntas.
Los momentos particulares eran cuando lo encontraba
escribiendo y, de repente, con armonía transcendente me lo leía, manifestando
asombro humano de lo que había escrito y, al mismo tiempo, rociando los
conceptos de ulterior consciencia. Y aquellos rayos solares que, poco a poco,
me indicaban como esculpir mi copa, se volvieron deslumbrantes arroyos del
Manantial Infinito cuando me puso en las manos y en el corazón sus ánticos
escritos.
Fue entonces cuando se selló, para siempre, el
encuentro de mi antigua memoria iniciática, que con mucha dificultad luchó para
liberarse en esta vida, quitando los velos con desesperadas lágrimas y
angustias.
Como si, por aquello que habría debido hacer, (y no he
hecho casi nada de cuanto sé que habría podido o debido); me hubiese cargado el
destino de pruebas y cruces inimaginables.
Ahora, después de otros 26 años de mi vida, pasados al
servicio fraterno de quien nos guía desde los espacios externos, siento siempre
más impetuosa la voluntad de dejar mi testimonio, la ternura de mi sonrisa más
intima.
Dejaré toda explicación racional al investigador
silencioso. No quiero y no puedo hacer las infinitas conexiones. A ninguno de
nosotros le es ofrecida la conquista de la consciencia sobre los hombros de
otras piernas. Más bien, nos es ofrecida esta vasija hermética, este cráter de
oro fundido: a cada uno de nosotros corresponde la voluntad de entrar.
Nacido en Catania el 25 de marzo de 1919, apenas
casado vivió en Via Concezione nº 7 (Calle Concepción nº 7), al lado de la
Piazza dei Martiri (Plaza de los Mártires), en donde Eugenio
tuvo la compenetración. Completó su primer despertar y dio el impulso de la
obra en S. Maria La Stella (Sta. María La Estrella), detrás del altarcito de
Via S. Giovanni (Calle San Juan), en donde se encuentra la estatua de la
Madonna della Stella, hasta 1970.
La mayor parte de la obra divulgativa
con encuentros, correspondencia y viajes, fue desde su vivienda de Valverde, en
Via S. Giovanni XXIII, nº 3 (Calle San Juan XXIII nº 3), hasta 1976. El
desarrollo de la obra abarcaba todo el planeta y diversos colaboradores lo
ampliaron con conferencias, opúsculos, transmisiones televisivas. Desde que
vive en Nicolosi dejó, cada vez más, su laboriosidad en manos de sucesivos
colaboradores para dedicarse a la obra sobre planos astrales.
Iniciaba la segunda mitad del siglo XX cuando tuvo
lugar, el 25/3/52, en el espiritu de Eugenio el cambio de la personalidad. Un
relámpago, con cielo sereno, como el deslumbrante rayo que impactó sobre Pablo
de Tarso. Pero Eugenio con frecuencia contaba, en confidencias intimas, haber
sido seguido, desde niño, por peculiares ayudas invisibles. Y luego en aquellos
dos últimos años, antes de sus 33, ya se agitaban en su espiritu una serie de
preguntas y de búsquedas interiores.
Solía explicar que en él, la personalidad X había muerto
y había sido sustituida por la personalidad Y, por medio del rayo de luz
controlado.
Si bien la compenetración de Y iniciaba
repentinamente, la propia realización, el instrumento, es decir, la componente
física y mental, tuvo la necesidad de 11 años de preparación. De cualquier
modo, desde los primeros instantes la Consciencia-Nueva se liberó, cada vez
más, en la dimensión de la memoria universal bajo la directiva del Espíritu
Consolador, revelando los más altos secretos de la Consciencia Cósmica con
escritos y dibujos, convirtiéndolo en el nuevo personaje, que obró como
Anunciador.
El 25 de marzo es, para los Cristianos, el día de la
Anunciación y también es el segundo nombre de Eugenio: Nunzio.
Viajó continuamente en astral, estando en El Dorado,
sobre el Sol Manifestado Crístico y sobre el Sol Secreto, en donde reside el
Padre-Poimandres, concediéndonos una levísima parte de Conocimiento que narro,
un poco, entre las páginas de este libro.
Páginas que son como una fábula, en donde es
inestimable el valor de la vida. Parece un sueño en donde el amor fraterno,
hacia toda partícula de lo creado, no tiene límites ni condiciones. Para quien
no acepta entrar en el castillo encantado de la propia esencia inmortal, es
mejor que quede despreocupado.
Pero para aquel que tiene el coraje de amar al prójimo
así como el Maestro Jesús nos ha amado y tener el valor de conocerse a si
mismo, es bueno que de a Dios lo que es de Dios.
CAPITULO I
Discursos
de la Divina
Sabiduría
Discursos
de la Divina Sabiduría desde 1952
POIMANDRES A EUGENIO
“Sepas, hijo, que de
tales enseñanzas, dictadas por la Divina Conciencia Universal, no es útil crear
nuevas copias sólo para alimentar la curiosidad humana. Tal enseñanza no se
repite inútilmente.
¡Sobre ésto refleja
quien osa buscar aquí un pasatiempo!
Estos, hijo, no conocen
todavía el peso que en ti gravita, ni conocen la infinita amplitud de tu obra.
Estos buscan, con
ansia, la vía de la madurez y quisieran luchar para desatarse de la materia, de
las atenciones que ésta ofrece.
Si a éstos que se
acercan al sendero de la verdad UNA, les es dado, por tu consentimiento,
desplazar el centro de su personalidad, del exterior hacia el interior,
nosotros presenciamos tal convenio para que advenga la purificación.
¡Eliminad todos los
pensamientos y concentraros profundamente en meditación!.”
A los ojos del Espíritu el Arte
Celeste
no queda mudo.
El silencioso Verbo ciñe y arrastra
a los justos que saben llorar y
creer.
El Renacido
en el tiempo. Eugenio Siragusa
Año 1952
EL VERBO SILENCIOSO DE LA DIVINA CONCIENCIA
UNIVERSAL
Centelleantes discursos
¡Oh, terrena obra, que
inmensa sombra oscura hay en tu seno denso de sutil falsedad, insensato e
inútil orgullo!.
¿Para que sirve este
edificio vuestro, oh hombres, si está estéril de Luz Espiritual y de místico
amor, si es amorfo de verdad purísima y de sabio juicio?.
¿Para que sirve, oh
hombres, si la más verdadera de todas las felicidades os escapa y sin embargo
os atormenta?.
¿Cuáles son las
verdaderas riquezas que aspiran alcanzar vuestras almas, prisioneras de la
sombra engañadora que envenena la vida de maléfico arte y, de agudo
sufrimiento?.
¿Qué realidad puede
daros ésta, si vosotros rehusáis los conocimientos exteriores que la vuelven
sagrada ante todas las conciencias de lo creado?. ¿Qué verdad queréis percibir
si vuestros ojos están saturados de densa materialidad?.
Nunca podréis concebir
ningún bien si vuestro nutrimiento es vicioso de egoísmo, padre de todos los
males y fuerza opuesta al bien.
Sólo un terrible
monstruo toma forma con la despreocupada obra y nunca, vuestra frente, podrá
ser iluminada por el supremo bien del espíritu y por sus eternas verdades de
amor y de justicia.
Y no creáis, hombres,
que todo termina al dejar la vida. Jamás sea, para los mejores, acoger con tal
oscuro sentido el nacimiento y la muerte de todas las criaturas ya que, un tal
convencimiento, os llevaría al más tenebroso de todos los abismos, al vacío del
vacío.
Sabed que la vida no es
otra cosa que un medio que concede a los mortales la posibilidad de evolucionar
borrando, con la visión de la obra del bien, todo mal residual del oscuro
pasado. Esta, queridos míos, es la vida, y no es la única verdad que de ella
brota, ya que en ésta, muchos misterios se ocultan al ojo del profano.
Sí, profano y,
perdonadme si uso tal término, que no menos que a vosotros golpea mi atávica
conciencia.
Pero el tiempo mejor,
para los mejores conocimientos no puede pararse así, como no se paran los más
claros intentos de la Sabiduría Celeste que, por los siglos de los siglos,
siempre, en cada instante, ha desvelado el poder de la Verdad Una, ceñida de la
aureola de la Conciencia Universal. Y es útil deciros, con alegría, que tal
tiempo es un anuncio anticipado de un tiempo mejor, por lo que se vuelve
necesario que el hombre comience, finalmente, a comprender que el principio de
su verdadero ser no habita en la densidad del cuerpo. Aún siendo partícipe en
la actividad interna de la envolvente material, éste está fuera del cuerpo
denso de la materia y no, ciertamente, por su deseo ya que, también él, sufre
más que nosotros, siendo el mejor resultado de nosotros mismos, una parte de
nosotros en el sendero de la Eterna Verdad de la Conciencia Planetaria, todavía
ligado a aquel yo en lucha entre el bien y el mal, entre las tinieblas y la
Luz.
Pero, para poder
comprender íntegramente el pesado camino que recorre la Divina Luz para
alcanzar la meta, es necesario compenetrarse en los siguientes discursos.
Tal principio, que es
el verdadero Ser, la purísima calidad del Eterno DIOS, en un tiempo remotísimo
conseguía, en la más absoluta inmovilidad, la profunda visión del bien increado
y del bien creado, absorbiendo, con su Divino esplendor, todas las vibraciones
que la misma luz emitía con las características más sublimes de todas las
felicidades. Su naturaleza, purísima luz de conciencia universal, por aquella
Altísima Ley que gobierna el devenir continuo de la Regeneración, está obligada
a mutar para la consecución de la obra creativa.
Por tal motivo el
esplendor de la calidad Divina está por conciencia, comprometido a precipitarse
en el torbellino de un conjunto de otros tantos esplendores.
De este torbellino
viene el duro camino de una experiencia que, si bien al inicio, fuerza al
esplendor a perder la calidad original de luz purísima y de inmovilidad
absoluta, conduciendo un método de adaptabilidad en las nuevas cualidades
adquiridas por la nueva conciencia de ser. Su luz varía de intensidad, o
demasiado clara o más opaca, pero no tan esplendorosa como en su principio.
El camino continúa, por
millones y millones de años, con la sola esperanza de tocar fondo para luego
volver a salir, y para siempre, eternamente. Así, después de haber alcanzado la
esfera de la Conciencia planetaria, el esplendor está nuevamente forzado a
esperar la última prueba, la más significativa, por ser la más dura de todos
los conocimientos vividos.
El heroico camino lleva
el esplendor en la esfera de las virtudes de la Conciencia Planetaria, donde
reinan soberanos el sentido Divino del Amor y de la Justicia, aureolados de
otras cinco virtudes, armas defensivas para quién está destinado a alcanzar,
hasta el final, la esperanza suprema del eterno retorno. Es la última prueba,
el último vuelo hacia la experiencia más trágica de la bajada, en la cual el
fondo aparece como un tenebroso sendero, sin ninguna esperanza, como un abismo
de oscuridad viscosísima, donde se agita la primera funda que encierra la más
densa de todas las materias. Y aquí nos encontramos ante la más pesada de todas
las experiencias vividas, en donde la realidad no es otra cosa que tenebrosa
gravedad que atenúa hasta lo imposible las divinas cualidades del esplendor
Divino.
Pero la esperanza se
inflama, se agiganta, traspasa espacio y tiempo, ya que las alas de la
ascensión inmortal se han abierto para siempre, eternamente.
Y he aquí, el mundo,
nuestro mundo que, más y mejor que nosotros sabe, siendo él también una
criatura de la Conciencia Universal de Dios: criatura de la eterna Luz que opera
y espera como aquellos que por ella, y sobre ella, tocaron el fondo para volver
a encontrar la Gran Esperanza. Y es inútil que yo os diga de las tres densas
vidas materiales que el esplendor divino, de nuestro verdadero ser, ha debido
recorrer para adquirir la envoltura humana, ya que un Ser tres veces grande,
que ahora en Espíritu Solar me consuela con Su Divina Sabiduría por Altísimo
Deseo del Sacro Colegio de los Sietes Espíritus de Dios, mejor que yo completó
con sumo arte tan pesado cometido. De cualquier modo, por mayor concesión
recibida, me limito a deciros cuanto sigue con la esperanza de que vuestra
razón no os traicione.
“DE
LA TRANSMUTACIÓN DE LA PRECIOSA MATERIA AL VEGETAL. DEL VEGETAL, POR
METAMORFOSIS, AL ANIMAL. Y FINALMENTE, CON LABORIOSÍSIMA ARTE CONSTRUCTIVA,
TODAS LAS TRES EN LA ENVOLVENTE HUMANA”.
No es tiempo para poder comprender, a fondo,
tal verdad pero, en el futuro, cuando el hombre alcance la máxima dilatación de
su conciencia individual, todo velo caerá y todo secreto proceso, que encierra
el misterio de la Sangre y de la Carne, se volverá clara verdad. Estad seguros.
Tal primer discurso quiere ser una visión más
comprensible de aquel Sendero, en donde la Luz eterna del Espíritu mueve el
paso de la obra divina y en donde los esplendores de Su Conciencia universal,
conciben toda la infinita armonía de Su arte creativo, a través de las siete
Esferas de todos los Cielos del Celeste Reino de la Inteligencia Superior de
Dios.
Y está en mi pensamiento que tal primera
visión puede ser comprendida ya que, en ésta, se aloja el soplo de todas las
reflexiones que la mente de los Sabios buscadores de la Verdad Suprema del
propio Ser Divino debe poder sacudir en el justo sentido deseado, para que se
revele el Arca de la Suprema Sabiduría que, como brillante lágrima, encierra la
perla de todas las verdades del encendido amor del Absoluto, omnipresente en
todas las criaturas y en todas las cosas visibles e invisibles, manifestadas y
no manifestadas con la Potencia y la Gloria inconmensurables de Sus eternas
Leyes Creativas.
Y ahora, queridos míos, quedemos un poco en
este mundo, nuestro, para observar con diferente mirada la pura realidad de
este eterno Ser, con la certeza indiscutible de que un día, no lejano, también
esta corteza, que todavía aprisiona de densidad al esplendor de nuestra pureza
Divina, caerá y para siempre, eternamente.
Certeza indiscutible, digo yo, porque ese
esperado día deberá, también, venir para que advenga la gloria de las Almas
vueltas conscientes de ascender a través del Sendero del eterno Retorno que
conduce a Dios.
Este día vendrá y sobre la faz cansada de esta
generosa Madre Tierra, no quedará otra cosa que la sola imagen de todas las
sonrisas y de todos los llantos, de todas las alegrías y de todos los dolores,
de todo un tiempo que nos vio luchar tenazmente, con la sola y única esperanza
de encaminarnos hacia la ántica morada del Cielo, más alto de todos los cielos.
Cuánto tiempo es preciso para que el hombre
pueda, finalmente, conocerse a sí mismo, a su verdadero Ser inmortal?, no es
necesario saberlo, ya que desde el inicio de su primera experiencia en este
denso mundo, él siempre ha impreso, en el Aura de la humana conciencia, la
sublime verdad de su verdadero Ser.
La religiosidad, con la que el interno se elevó,
a través de una continua lucha, a semejanza de lo externo, quitando al dominio
de la densa materia la viva luz de la divina calidad, no pudo estar, en su
principio evolutivo, en la misma posición en la que hoy nos aparece. La
Conciencia Planetaria no siempre tuvo, ante sí, la misma conciencia individual
y colectiva Humana.
En principio, en la edad atávica, nuestro
divino Ser se encontró completamente en la sombra de la viscosa materialidad
perdiendo, en el sueño lento de su envolvente condensación, la consciencia de
las calidades precedentes, adquiridas durante el descenso que lo debía mutar
del Divino al humano. El hombre, comprendido en su verdadera esencia divina, no
fue creado en la tierra, sino en el cielo, en donde siempre existió, en Luz
Purísima de Conciencia Universal, en DIOS.
Es bueno que el hombre conozca cual es, en
realidad, el verdadero valor de la última manifestación de la Conciencia
Planetaria, con la cual nos ha sido concedido quitar uno de los tres velos que,
todavía hoy, cubre de sutil sombra dogmática nuestra razón, por culpa de
aquellos que han vuelto silenciosa la potente Voz de DIOS.
Pero es bueno que éstos se desengañen porque
el Verbo de DIOS no conoce otra meta que no sea la Suya y a nadie le está
concedido, por arte terrena, ocultar la Luz de Su Suprema Voluntad.
Quien tiene sed de Su Amor debe beber la
purísima verdad para que no tenga que sentir el inmenso vacío que domina de
envilecimiento la obra de la terrena vida.
Tal es el gran deseo del Cielo y nunca un solo
instante de tiempo ha pasado privado de esta suprema fuerza que ilumina de
resplandeciente Luz aquello que otros oscurecen con densas tinieblas.
¿Para qué ha servido el Divino evento de
Jesús?.
Queridos míos, todavía hoy, después de unos
1954 años que nos distancian de un tal real Genio de la Conciencia Universal de
Dios, todavía hoy, ante tanto eterno esplendor que ilumina el Verbo
Omnipresente del Altísimo Padre Celeste, hay ciegos y sordos, inconscientes y
desamparados que andan a tientas en la oscuridad, en la inmensa niebla de las
más densas tinieblas del mal.
Pero la Conciencia Universal, un día no lejano
mostrará, una vez más, a través del eterno Genio de Su inconmensurable Amor de
Justicia, el nuevo Sendero sobre el que todas las criaturas caminarán viendo y
escuchando, con la plena consciencia de Su verdadero Ser y plenos de linfa
Espiritual, el Cristo, el Príncipe de la Divina Sabiduría, el Juicio de la
Conciencia Universal de DIOS.
Y acaecerá, como acaeció en el pasado, el
nuevo Despertar de la Conciencia Humana, mostrando de tal modo, que la
ascensión de nuestro divino Ser no puede pararse, sino simplemente frenarse, y
ésto no por culpa de la Superior Conciencia, sino más bien, yo digo, por culpa
de aquellos que comprenden mal o que todavía no comprenden aún que DIOS está en
nosotros y que nosotros estamos en DIOS y que más allá del tiempo y del
espacio, ni un solo momento hemos quedado solos en esta dura experiencia
terrena.
Y permíteme que le diga a éstos: Buscad, oh
criaturas, buscad con toda la fuerza de vuestra fe, agigantad y dilatad en las
buenas obras el Aura de vuestra conciencia, meditad con espiritual fervor cada
paso de vuestro terrenal camino, desvincularos de la inútil sombra del excesivo
bien material que ilusiona, atormenta y corroe el supremo Bien que está en
vosotros, amaros y socorreros con impulso espiritual y os percataréis de no
haber buscado en vano.
Muchos son los que, envueltos y arrastrados
por las más efímeras caricias del mal, no hacen otra cosa que privarse de
aquella Luz que más, que ninguna otra caricia, nos da gran alivio e inmensas
alegrías.
¿A qué sirve, queridísimos amigos, a que sirve
conocer solamente aquéllo que os concede la pesada amargura de aprisionaros en
la sombra engañosa de las más pálidas ilusiones?. ¿A qué sirve escapar del
eterno bien del esplendor espiritual que es el único que puede daros la paz y
la serenidad, la libertad y la alegría de una realidad purísima, de una
consciencia sabia que ilumina de consuelo cada instante que os eleva hacia
DIOS?.
Escuchad, digo a éstos, escuchad a este
humildísimo siervo vuestro que siente agitar en el interior del alma la
silenciosa Palabra del Altísimo, con la Suprema Consciencia de Su infinita
Sabiduría, que graba con sublime arte celeste la obra inmensa de Su eterno
Pensamiento y, que yo, mísero siervo de Sus siervos, acojo con profunda e
inconcebible veneración para amarLo y servirLo.
Despertaros, oh mortales, porque la hora tan
esperada llega, y Su Reino con todos Sus Elegidos vendrá a la tierra para
juzgar nuestra obra, por medio del CRISTO, Sapiente Príncipe de la Celeste
JUSTICIA.
* * *
Yo digo a quien me escucha:
Yo soy el uno y el otro y son la misma cosa.
Soy Aquel que fue, es y será.
Fui BAHRAT el Tres veces Grande y también fui
Juan.
Digo todavía:
Aquel que fue con el nombre de Juan, en el
tiempo pasado, así como hoy soy, no era. El fue en la quinta y también en la
sexta raza madre humana y obró diferentes cosas en diversos tiempos y en
diferente persona.
Bien recuerdo esto que expreso y al hablar es
el Uno y también el Otro.
Ya que yo soy, y bien recuerdo haber sido,
adorador del espíritu en la quinta y también en la sexta raza madre humana, no
seáis presa de la duda y cuidad como las heridas de vuestro cuerpo, el amor del
espíritu, ya que él es semejante a los rayos del Sapiente Sol, penetra e
ilumina toda cosa creada por la mente de DIOS.
Si vosotros no abrís la otra puerta y os
alegráis de tener abierta solamente una puerta, El no penetra en vosotros, ni
Su Luz dará consuelo a vuestras almas, ni tampoco iluminará de eterna beatitud
el uno y el otro tiempo de la vida eterna.
No vale adorar aquello que se ve y se toca, no
vale decir esto es DIOS, si DIOS no es. Ahora os digo: Abrir con más rapidez la
otra puerta porque es por la otra puerta por donde entra el gran bien del
espíritu.
De tal puerta es provechoso sacar útiles
consejos para que una puerta no dañe el bien que de la otra entra en vuestras
almas.
Y todavía os digo: una puerta no puede dar lo
que la otra puerta da. Una puerta conduce en el sendero de la materia, la otra
conduce en el sendero del espíritu.
En una puerta vigila el Deformador, en la otra
el Creador.
Estad, pues, aconsejados y atentos al aceptar
consejos y gracias de una puerta, ya que no da buenos consejos, ni vivifica la
llama del Amor de DIOS.
El verdadero DIOS entra sólo por la otra
puerta y sólo por la otra puerta se reciben las gracias que son Virtudes del
Reino de la Luz eterna de DIOS.
Sabed, también, que yo, ahora soy semejante a
vosotros y, como todos vosotros, soy pecador, no obstante encuentro alivio de
mis pecados, encuentro buenos consejos, encuentro, más que nunca,
arrepentimiento, encuentro fuerza y felicidad, encuentro el temor de DIOS. Esto
obtengo por concesión de DIOS ya que de la otra puerta, tal bien, me entra en
el alma y en la vida. Abridla, entonces, y con fe no hagáis que en ella se
forme niebla y polvo, no es útil tenerla cerrada, no favorece a ésta, ni a la
otra vida. No favorece, estad convencidos.
Os narro aquello que adviene en mí, para mí es
tiempo remoto, en aquellos lugares donde, en estos tiempos, yace mórbido y
reluciente como cristal el gran mar de arena.
Ahora han transcurrido, del actual tiempo,
doce mil años, y el lugar donde yo me encontraba no era así como hoy aparece a
vuestros ojos.
Entonces era un gran jardín oloroso, en donde
la quinta raza humana portaba encanto y perfumes, inspiración y alimento para
el Espíritu y para el cuerpo.
Allí yacía cuanto sabe de ensueño. Allí había
canto y música de beatitud. La noche era semejante al arcoiris y las estrellas
se miraban en su misma luz, con profunda alegría.
Ahora todo es diferente, todo ha mutado, todo
está cubierto por el castigo de un gran anciano que, por voluntad de DIOS obró
muerte y destrucción.
Aconteció un día que el gran Sapiente Sol
estaba más espléndido que nunca y había dado dos pasos de camino desde el
nacimiento del día.
Toda alma y toda cosa estaba alegre en el bien
común y todos estaban inmersos en la obra para obtener los medios útiles para
vivificar la vida.
Yo estaba allí, inmóvil, contemplando tanta
armonía creada y yo, mínimamente, no movía ni pie, ni pensamiento fuera de
allí, entonces se verificó que mi cuerpo sintió siete veces temblor y
sobresalto, como si, extrañamente, aquello que yo no veo, pero pienso, quisiese
distraer mi atención de aquello que mis ojos, todavía, deseaban ver. Sentí
tanta alegría y también tanta tristeza, antes que la Eterna voz del Espíritu
comenzase a hablar con potente voz y dijese:
“¡Escucha luz del Cielo, escucha!. Aquello que
tus ojos ven son cosas que el tiempo mutará. Todo se disuelve, todo está
destinado a mutar de faz. Es éste el gran secreto de la vida y de la muerte”.
Y,
yo, escuchaba atentamente tal enseñanza que todavía decía:
“De
la simiente, nace la simiente, dice aquel que tu piensas y no ves.
De
roca a polvo, de polvo a roca, así, siempre.
Mira
allí, en aquel punto hay una serpiente de oro, mandada por el Cielo. Ella se
mueve de tal manera para enseñarte tantas cosas, que aprenderás, y aprenderás
porque ésto que El manifiesta es Ley del Reino del Inmutable, del Eterno, del
Infinito, de Aquel que piensas y no ves”.
Y
aquellas directivas aprendí, inicié camino hacia el prado indicado por la
Divina Palabra. Llegado allí, vi con suma verdad una serpiente extendida sobre
la corta hierba verde.
Apenas
llegado a su proximidad, una potente voz se escuchó en el espacio, que decía:
“Yo
soy siervo de Aquel que tú piensas y no ves y aquí he venido en la forma que
tus ojos ven, para obrar designios que son eternas leyes de Aquel que tu piensas y no ves.
Esto
Él quiere para que tú puedas observar tales enseñanzas para el tiempo que
deberá venir, porque así esta escrito que sea”.
Después
de haber dicho esto, acaeció que la gran serpiente dorada se movió tomando
diferente forma de la que tenía antes. Y se verificó que, mientras se movía,
una dulcísima voz hablaba dentro de mí como amable instructora, para que yo
aprendiese el significado de las formas que la serpiente dorada iba tomando.
Os
narro lo que aprendí en aquel tiempo y por este medio que DIOS había dispuesto,
para que yo aprendiese los secretos de las cosas creadas. Estad atentos y
escuchad:
“En
esta primera forma tú verás al ABSOLUTO en el que se cierra la primera forma de
toda cosa existente en espíritu y, también, en materia y por lo cual toda cosa
tiene su principio”.
Y,
todavía, decía: “Sobre aquella piedra esculpe la primera forma porque de ésto,
y con ésto, tendrá inicio toda cosa”.
Y la voz del maestro que estaba dentro de mi
decía:
“Mira lo que hace luz el día y aquello que
hace luz la noche. Mira, también, los astros en el Cielo y mira aún en el
vientre de la madre, entonces tú verás y tomarás convencimiento de que el
Absoluto, el Fin y el Principio de aquello que toma Alma está encerrado en tal
forma. Pero ya que tal forma no es otra cosa que forma, es justo que tal no
quede y entonces, esculpe sobre la piedra esta otra forma”.
Y yo tuve que esculpir esta otra forma que era
similar a la nueva forma que la serpiente dorada había tomado en el tiempo.
Y la voz del Maestro de los Siete Cielos así
hablaba dentro de mi:
“Observa y haz atento examen de la nueva
forma, porque la forma de antes ya no está. Y por enseñanza yo te digo: el
Absoluto ya no está, sino la ESENCIA del Absoluto, la VOLUNTAD, el Principio y
el Fin.
Ahora, sabed, para mejor conocimiento de esta
forma, que el Fuego, antes de ser tal, está en el Absoluto, que el Agua, antes
de ser tal, está en el Absoluto y, del mismo modo todas las otras cosas
comprendidos también los hombres.
Tal eterna Ley rige todas las cosas que
conoces, que ves y también que sientes. La misma ley rige el principio de tu
palabra y en todas las cosas que se manifiestan en el cuerpo del Hombre y de
las otras criaturas terrenas.
Por lo cual, lo que existe en esta tierra
existe en el Absoluto, por consiguiente lo que existe en el Absoluto, existe en
esta tierra.
Mira aquel pájaro sobre aquel árbol que hunde
sus raíces en la tierra y hazle esta pregunta:
¿Dime tú, criatura alada de la tierra y tú,
dime también, árbol que más fuertemente que yo estás agarrado a la tierra, qué
erais antes de que fueseis tales?
Ellos te contestarán que antes de ser, eran en
el Absoluto y luego añadirán que después ellos estaban en la forma del
Absoluto, y finalmente todavía te dirán que ellos ya no están ni el Absoluto ni
en la forma del Absoluto, más bien te dirán que ellos están en el PRINCIPIO de
la VOLUNTAD del ABSOLUTO.
Ahora, es conveniente que, sobre esta piedra,
esculpas esta última forma”.
Y yo tuve que esculpir la última forma que era
semejante a la forma que la serpiente dorada había tomado en el tiempo.
tiempo.
Y la Voz del Divino Maestro así hablaba dentro
de mí:
“Recuérdate bien lo que ahora estás grabando
sobre la piedra, ya que, tal forma, quiere decir que toda cosa creada retorna
al Creador, con el conocimiento de la Gran Verdad y también con el espíritu
ennoblecido por las obras que mayormente empujan hacia lo alto de los Cielos,
en el camino del retorno.
Sabed, para mejor regir tu camino, que
conviene dirigir la mirada hacia arriba y el pensamiento a DIOS. Allí está El,
allí está el Absoluto, en donde
todo tiende al movimiento. Tal forma quiere significar esto. Es bueno, sepas
que toda cosa creada siente el mismo deseo y, por el mismo motivo, toda cosa
que está sobre la tierra, o que en ella precipita, se impulsa antes o después
con toda su fuerza hacia lo alto para intentar, con las mejores obras, el
camino del retorno. Ahora conviene que tu sepas, todavía, muchas cosas, puesto
que será útil que tu las sepas para el futuro que para ti se reserva en la
séptima generación de la sexta Raza Madre de los Hombres.”
Yo escuchaba, fuertemente, turbado de alegría
por aquello que había aprendido y esculpido sobre aquella piedra. Era aquella
la gran Verdad que yo tuve que conocer ya que de las formas de la serpiente
dorada había aprendido bien que toda realidad no es otra cosa que un sueño, un
sueño en la quietud del ABSOLUTO, un despertar, en el espíritu, en la Esencia
de DIOS.
Mientras pensaba en tales cosas tuve una gran
turbación tal que me llevó a implorar al Eterno ayuda de los Cielos y una
potente voz tronó nuevamente en el espacio diciendo:
“Yo soy el siervo de DIOS, uno de los Siete
Jueces de los Siete Cielos, y soy Su Verbo, Su Pensamiento, Su Eterna Ley, yo
soy la linfa del espíritu y la potencia de aquello que es y que todavía no es”.
Tal poderosa voz venía de lo alto de los
Cielos, mientras todo cuanto me rodeaba tomaba una luz semejante a la que está
alrededor del SOL sapiente y cuerdo. La Serpiente dorada ya no estaba, ni yo la
volví a ver a lo largo del tiempo. Pero la voz del Sabio Maestro estaba dentro
de mi realizando discursos en el tiempo del día y de la noche para que
penetrase en mi alma, como fuego divino, la alta enseñanza del Saber Universal.
Y, acontece, que un día, me encontraba en las
cercanías de donde se verificó lo que anteriormente he narrado y mientras mi
corazón funcionaba con normal actividad, se paró de repente, y durante siete
veces, para luego recomenzar normalmente su actividad. Yo comprendí, y, sin
pensar más, quedé a la espera de conocer.
Y aconteció que la poderosa voz renovó su
discurso, diciendo:
“Escucha y con buen juicio presta atención a
aquello que yo querré decirte. Ahora haré muchas consideraciones y le daré de
beber a tu alma el Elixir del Divino Conocimiento, en tantas cosas que ahora
están encerradas en el tiempo de los tiempos, que es y que será porque es así
como esto se mueve. Ahora comienzo a especificar aquello que es la VIDA y por
qué razón viene así llamada”.
Y yo aprendí tal conocimiento en aquel lugar, en donde el Divino Maestro acostumbraba invitar a mi persona y también a mi alma. Y El tuvo a bien decirme tantas cosas, que yo os narro.
“Escucha, ya que escuchar la voz del Espíritu
de DIOS es gran don y se adquieren virtudes celestes.
¿Quién, o qué cosa, no sigue las directivas y
los consejos del Cielo?. Ninguna cosa es libre por más que parezca que lo sea.
¿La vida es ésta, libre de escoger el camino a
recorrer?. ¡NO!. Esta es guiada antes del tiempo, antes de que esta vida sea
tal. Instrúyete pues, y saca provecho de cuanto yo te digo hoy, para el tiempo
a venir, para que tu te puedas recordar. Se severo contigo mismo, imponiendo
con la viva fuerza del querer, el deber, porque todo acto que tu vida
manifiesta es un acto escrito por el Sacro Querer de los Siete Jueces de DIOS,
que es Su mismo Querer.
Yo te digo: pregúntate a ti mismo qué es la
vida y la misma pregunta dirija tu palabra a toda cosa que tus ojos vean.
Observarás que la vida no existe, ni la muerte es veraz.
Tal respuesta dan y yo bien te digo a ti: ni
la una, ni la otra es verdad, ya que ni la una, ni la otra queda tal. Es verdad
ésto que digo, y también es verdadero que la roca, antes de volverse tal, no
era más que polvo, y el polvo, antes de ser tal, no era otra cosa que roca. Ni
el primero, ni el segundo acontecimiento son Verdad, y semejante es la obra de
la vida y también de la muerte. Yo soy Verdad y todas las cosas que, como yo,
han alcanzado el Absoluto, el Eterno Padre de Tus Padres”.
“Fuera del Absoluto sólo hay una invisible
parte de Este. Yo te digo a ti: el UNO puede producir el DOS, y todavía el UNO
puede producir el TRES, pero ni el DOS, ni el TRES nunca podrá producir el UNO.
Ahora sabed que para alcanzar el Absoluto es necesario realizar el siguiente
proceso: El UNO es Principio, el DOS es Querer del Principio, el TRES es
Movimiento del Principio.
Por lo tanto hay que decir: toda cosa es Causa
del Principio que es Querer y Movimiento en una misma cosa. No hay verdad,
entonces, si el Querer del Absoluto no ha alcanzado el designio que es Verdad
de la primera causa, consecución del círculo.
Sabed, todavía, que el círculo no es verdad si
no es círculo en todas las partes. Recuerda bien el primer dibujo de la
serpiente de oro y mira bien aquella piedra sobre la que has grabado tal forma.
La tierra se volverá polvo de llama, porque
tal fue antes de ser tierra. Sin embargo, yo digo, no quedará así, ya que
volverá a ser, de nuevo, tierra.
El hombre, antes de ser tal, está en el
Absoluto. Del mismo modo tú fuiste antes de que tu alma tomase cuerpo.
Sucede que el tiempo que es Orden del
Omnipresente, aporta crecimiento y por ésto, el hombre apenas nacido no es
semejante al hombre crecido, ni el uno está sobre el mismo camino que el otro.
Igualmente acaece en todas las cosas creadas.
Es, por lo tanto, verdad eso que yo digo ya
que, como el hombre, todas las cosas que tus ojos ven, hacen el mismo camino.
Es, entonces, verdad que el Sol, la Luna y también las estrellas van por
diferentes caminos, puesto que cada uno de ellos pasa por el lugar donde el
otro ya ha pasado o por donde el otro debe pasar. Cosa igual es tu vida e
idéntico es el camino de todas las cosas creadas. Sabed, también, que ninguna
cosa creada sirve a sí misma.
En verdad te digo que el Sol, el Aire, el Agua
y el Fuego, así como la Luz y las Tinieblas y también todo cuanto está en lo
creado, operan y no por sí mismos. Ahora yo digo: ¿El hombre no le es
semejante?.
Recuerda
bien... Aquello que parece apagado, o aquello que parece terminado para siempre,
sólo se ha vuelto una cosa diferente en una obra diferente, útil a otra cosa
que arde y que vive. Esta otra cosa, a su tiempo, parecerá apagada o terminada
para siempre, y, en verdad, hará la misma senda. Así siempre, esta es la ley
del Eterno, del Absoluto”.
A Ti este Sabio Conocimiento en la hora de tu gloria.
Ni la vida, ni la muerte
son verdad, ya que ni la una ni la otra son cosas diferentes. Lo que es vida
también es muerte, y lo que es muerte también es vida.
Toda obra no es otra cosa
que el principio de una cosa que fue y que por Ley Divina debe de venir cosa
diferente.
Sin embargo yo digo:
aquello que fue está dentro de aquello que es.
Por tal motivo la vida no
es otra cosa que el querer de un principio que fue, mientras la muerte quiere
decir el principio de un camino de una cosa diferente que será, no obstante, es
la misma cosa que aquello que en el tiempo de los tiempos será: el Espíritu
Indestructible e Inmortal, por lo tanto Mutable de la Criatura “DIOS”.
* * *
No siempre los hombres
pudieron vencer, y el último bien de una de las más preciosas gemas que volvió
felices a millones y millones de seres durante decenas de miles de años,
pereció por obra de la consciencia superior. Esta fue la Atlántida, paraíso de
la Tierra, que los mismos hombres destruyeron con su incontenible monstruosidad
material.
¡Tal ascensión de
insuperable bien destruido por el insuperable mal a causa del consentimiento de
los hombres!. Millones y millones de hombres perecieron por haber concedido a
las tinieblas el permiso de penetrar en lo más profundo del esplendor divino,
dejando que tal preciosísimo bien regresara a su reino para dejar sitio a las
suciedades de la densa linfa de la sombra.
Los seres perdieron la
pureza de todas las armonías del bien supremo y jamás, durante milenios y
milenios, pudieron encontrar paz duradera en sus almas.
Un día, hace unos dos años,
una lágrima de Dios vino a refugiarse en mi alma. Aquello que acaeció en mí,
todavía, no he sido capaz de describirlo, ni ahora me propongo hacerlo. Yo sé,
muy bien, cuan grande es vuestra curiosidad y también se cuan difícil es ser
comprendido. El escepticismo es la fuerza opuesta de la fe y no podría,
seguramente, forzaros a abandonarlo para cerrar, al menos por un breve tiempo,
la puerta de la incomprensión y de la incredulidad.
Pero a vosotros, criaturas
sin culpa, deseo manifestaros un gran augurio: que un día podáis, vosotros
también, comprender y ser comprendidos y entender cuan preciosas son la fe y la
obediencia por aquellas cosas espirituales que, como las lágrimas de Dios, no
tienen ni peso ni forma y que en presencia del Omnipresente Dios son más
conscientes y están más cercanas de cuanto lo somos nosotros con toda nuestra
apasionada fe.
* * *
Grande Venerable Lágrima de Dios
Ahora que, majestuosamente,
mi Espíritu vibra al unísono con tu sabia potencia, háblame para que yo pueda
sentirme cerca de aquel mundo sapiente que, desde lo alto de los Cielos, me
mira y me desea. Maestro Venerable, sea, como siempre, dulce Tu mirada para que
yo pueda, de la Luz resplandeciente de Tus potentes ojos, encontrar serenidad y
fuerza para operar en este mundo, en donde tu querer me ha enviado. Háblame,
Venerable Maestro del Espíritu, háblame en esta silenciosa espera, ya que mi
mirada, además de verte, implora la sublime enseñanza de la Gran Ley, para que
yo no tenga que menguar el fin de la misión que tú, Espíritu de Dios, has
querido confiarme para honrarme.
Meditación:
“Grande RAM”
“Grande BHARAT”
“Grande ERMETE”
“Nosotros decimos: Las
cosas verdaderas, las cosas más potentes están dentro de ti.
Vuelve tu mirada al mundo,
no con los ojos del cuerpo sino con los del alma. Yo soy el uno y también el
otro.
Yo soy el principio de la
materia y también soy el principio del Espíritu, Yo soy aquel que viene de lo Alto
y a ti te ha sido dado, por deseo de los Siete Espíritus de Dios el rayo que
sacudirá las mentes.
Tu estás ante la tierra, el
mar, el cielo, pide y ellos te hablarán de Dios.
Ahora tú eres aquel de la
gran unión del Espíritu y tu pensamiento está en el Alto cielo del Universo y
de éste te llega el alimento.
Tú tienes cuerpo y sabes
menos de aquello que bien conocías antes. La Gran Ley, el Gran Principio, está
en ti, en sus tres formas: Materia-Energía-Espíritu. De tal mundo una sola cosa
has tomado por el tiempo que tu obra se concede. Bien diferente mundo es el
tuyo, en donde has cogido equipaje que en tal mundo, todavía es desconocido”.
* * *
“EL SAGRADO PACTO Y LOS DISCURSOS DE LA DIVINA
SABIDURÍA”
Oh, mis dilectos, todo
principio de vuestra amable y confortable compañía me pareció, al inicio del
despertar, una fuerza opuesta al bien, pero ahora que en mi os siento con todas
las virtudes de la Luz Divina, comprendo hasta el fondo la verdad que con
creciente desarrollo penetra en lo más profundo de mi alma.
Toda cosa se desliga de la
atávica luz de mi consciencia y si aún con lento juicio, esto acontece. Todo
instante del remoto tiempo se ilumina de conocimiento y la sabia enseñanza que
yo tuve de los maestros de dulcísima y resplandeciente mirada, en el tiempo de
la séptima esfera del Reino Celeste, se alumbra en el aura de este cuerpo
terreno.
Toda cosa yo conozco por
tal potente obra del Espíritu Santísimo y ninguna verdad me es ocultada por el
velo del misterio. Ahora, os ruego me concedáis la gracia, dilectos míos, de
vuestro sabio consuelo para que me sea vecina la lejana ciencia de la sabiduría
de los atávicos y Divinos Padres de este mundo.
Concederme la gracia, si el
consentimiento no os es negado, por el regente del Triángulo de Oro para que se
ilumine de completa verdad el misterio humano de este mundo.
“Nuestro afable hermano ni
un solo instante nos hemos separado de tu luminosa aura espiritual, ni nunca
nos hemos vuelto cansados y sordos a tus llamadas. Conocemos bien tu ardua obra
y por admiración hemos pedido al Sacro Colegio de los Siete Espíritus de Dios
el cometido de aliviarte de toda pesadez de pensamiento. Por tal motivo nos
hemos vuelto potencias solares, para que desde el más luminoso de sus soplos
lleguen a ti las siete virtudes de la consciencia planetaria, dotadas de los
gérmenes pensamiento de todos los tiempos, desde el primero al último.
Sabed, todavía, que en ti
está el poder de edificar y derrocar con la fuerza de la meditación, por lo
cual conviene que de tal poder tengas despierta consciencia de justicia, ya que
tú eres el renacido para el triunfo de esta virtud que es esplendor infinito de
Aquel que vendrá con el nombre de Cristo Supremo, Príncipe Sapiente de la
Divina Justicia de los Cielos e Hijo predilecto de la Luz Eterna del Espíritu
Santo.
Ahora conoces aquello que
antes ignorabas, por cuyo motivo conviene callar tal realidad hasta el día que
te será concedido develarla, porque el tiempo tal deseo aportará a todos
aquellos que desde el Altísimo Cielo han descendido a la tierra para operar
arte celeste y para restituir a quien tiene sed, aquello que el Espíritu Santo
ha prodigado en vosotros para apagar la sed.
Refuerza, ahora y siempre,
ante todos los obstáculos humanos el valor de tu heroica misión y seas digno y
humilde servidor de Dios, en los siglos de los siglos, y así sea por voluntad
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Te sea, pues, concedido
llegar a ser el uno y el otro en una misma cosa para que tú puedas manifestar
la Luz Purísima de la velada verdad de todos los misterios de la vida y de la
muerte, del bien y del mal, de las cosas mortales y del mundo”.
“¡Oh, mis dilectos
hermanos, cuan duro cometido es el mío, en este tiempo tan grave!.
¿Qué nueva esperanza arde
en tu Espíritu, oh Divino Maestro Bharat, y qué sabiduría se ha encendido en tu
Divino Espíritu, oh Sapiente Maestro Hermes?.
¿Qué supremo consentimiento
tuvo el esplendor inmortal de vuestra Divina Consciencia para iluminar de
Celeste arte mi renacida visión terrestre?.
Ahora que es diferente el
aura de la consciencia humana por el crecimiento acaecido, conviene que el
antiguo arte aún grabado de profundo misterio se manifieste a fin de que se
verifique la voluntad del Eterno Padre de todas las cosas visibles e
invisibles, y para que se vuelva divino testimonio de la ántica estirpe de los
Padres de la atávica consciencia del primer mundo que por Su altísima voluntad
edificaron y glorificaron el arte de la celeste creación de Dios sobre la
tierra.
Yo BHARAT digo: éste es el
séptimo tiempo de la atávica esperanza y conviene comprender con raciocinio
purísimo la inconmensurable obra de amor del Espíritu Santo, a fin de que se
manifieste interiormente la Verdad-Una y para que ni una sola parte de lo
Divino quede incomprensible y latente en la ascensión continua de la
consciencia humana. La potencia del verbo del Altísimo está en nosotros y ésta
debe también revelarse, operando con armonía y con cordura, con el tiempo que
la ley de la consciencia universal ha puesto en el seno de la consciencia
planetaria. Cada cosa creada por el Divino Pensamiento de Dios no puede quedar
en el aura del ser de la consciencia individual, más bien yo digo: toda cosa
debe, con la obra incansable de la fuerza espiritual que está dentro y fuera
del ser, dilatarse en el conocimiento universal para absorber, gradualmente la
luz sublime de su esencia Divina y completar, con sabia obra, el desarrollo de
la Consciencia-Una de su especie. Es éste el sendero en donde cada criatura
deja la huella con el fardo de su más grande esperanza y vosotros, hombres que
personificáis el arte sublime y armonioso del infalible arquitecto de todos los
cielos, sed dignos de este consentimiento y operad con cordura el arte terreno
para que se verifique el proyecto de la Divina Voluntad de Dios.
Es conveniente cambiar de
opinión porque el tiempo mutará el sentido de muchas cosas, por obra y voluntad
del Espíritu Eterno y por el conocimiento de tal verdad. Muchos espíritus
elegidos por el Sacro Colegio de los Siete Jueces de Dios han vuelto a tomar
cuerpo y ellos están plenos de Divina Potencia y de Divina Sabiduría para que
puedan demostrar la invisible verdad del Verbo de Dios y el nuevo sendero que
la humanidad deberá recorrer durante la séptima crecida de su consciencia.
Yo, HERMES, digo: puesto
que, el arte del Celeste Reino, conviene se devele para modificar la virtud de
aprender de la consciencia humana, yo desligo, por divino consentimiento de los
Siete Jueces de Dios, el nudo del silencio para que, de nuevo, sea quitado un
velo del eterno misterio que custodia, desde el principio la inefable verdad
que aún estando sellada en el corazón y en la mente de los gobernantes de todos
los tiempos, siempre ha guiado la continua ascensión de todos los conocimientos
terrenos y universales, visibles e invisibles, en perfecta armonía con el
gradual desarrollo de la consciencia humana y por el consentimiento del
altísimo querer que, por la inmutable y eterna llama de Su amor purísimo, se ha
repetidas veces dignado manifestar Sus eternas virtudes en carne y sangre,
dejando la luz purísima de Su Divina Sabiduría como el solo y único medio para
salir hacia las eternas esferas de Su mejor reino.
Ahora os es concedido
conseguir el estado unitario de cada consciencia individual, de modo que la luz
de la sapiencia divina se vuelva única cosa como, en verdad, siempre ha sido y
nunca conseguida por la inmadurez del poder intuitivo.
Desde tiempos remotísimos,
el misterio de la purísima verdad nos ha sido concedido con diferentes
manifestaciones, idóneas a poder ser comprensibles y, en parte, asimilables por
la naturaleza de la experiencia del ser humano en los diferentes ciclos de su
evolución terrena. Y en verdad yo digo que está vacío de sentido pensar que un
común padre mortal pueda demostrar al propio retoño una difícil verdad fuera
del justo tiempo, porque él sabe que no podría comprenderla en aquel tiempo,
siendo sólo consciente de estar en la luz y en las tinieblas de la vida.
Igualmente sucede para la verdad del espíritu que el Padre Eterno, justo e
infalible, demuestra en el tiempo conveniente para ser comprendida. Él no puede errar porque es
el todo, el finito en el infinito y viceversa; Él es la totalidad de todas las
consciencias en su principio y en su fin, Él es la única luz que está en
nosotros y fuera de nosotros, en cada cosa y fuera de cada cosa, Él es
finalmente el solo y único pensamiento que une y desune lo invisible a lo
visible, con consciencia suprema y con arte de celeste justicia, para que el
todo se pueda comprender en el mutable camino de la eterna vía del devenir, y
para que, ni un instante de Su infinito amor quede vacío de concepción y de
fecundación en la obra eterna de la vida de todos los cielos.
Despertaros, pues, ya que
el tiempo de la gloria está para descender sobre vosotros, hijos de la tierra,
y nunca tanto esplendor se ha desprendido de los cielos eternos para honrar el
feliz retorno del Cristo Supremo que, como príncipe de sabiduría y de amor, se
mostrará para juzgar la “consciencia y la fe de los hombres en la vida y en la
muerte”.
Despertaros y meditad bien
para que no sea oscurecida por el mal vuestra perplejidad, ya que si tal temor
fuese alimentado por la fuerza contraria a la fe, una vez más, el Hijo de Dios
renunciaría a restaurar el esperado Reino de Dios sobre esta tierra y nunca, durante
milenios, volveríais a ver Su misericordiosa luz, de bien y de sabiduría
celeste, resplandecer sobre la faz de este mundo.
Sed, pues, prudentes y
sagaces y sea dulce de verdad la palabra de aquellos que, por Divina voluntad
han renacido con la potencia y la sabiduría de todos los cielos. Esos son de
carne y sangre, como todos vosotros, pero su espíritu viene de lo alto y ningún
deseo terreno podrá disuadirlos nunca puesto que su consciencia no es terrena,
sino universal y conocen bien el secreto de la vida y de la muerte y todo
cuanto les ha sido concedido saber por suprema voluntad de Dios”.
* * *
Sabio Venerable Maestro del
Espíritu mío:
Yo me siento bienaventurado
cuando Tu voz hace vibrar mi alma. Yo recojo Tus enseñanzas pasadas como nueva
floración y los momentos que paso están arrobados de felicidad y alegría.
Sabio Venerable Maestro del
Espíritu mío:
La linfa de Tu Espíritu
patronea en el tiempo remoto y presente y Tú Sabia Palabra me resuena en el
alma y en el corazón. Yo fui Tu siervo y todavía soy Tu misma voluntad. Yo soy
el alma de Tu Alma y también la voz de Tu Voz. Más allá y más acá del tiempo yo
corro para servirTe y para adorarTe, Maestro Sabio y Venerable de mi Espíritu.
“¡Bharat, despiértate!
¡Bharat, escucha!
Has renacido en el camino
destinado. ¡Opera!. El sol, el aire y el mar son tus brazos.
Muta toda norma ya que el
mal avanza y destruye.
¡Despiértate, Bharat,
despiértate y anuncia que el séptimo nudo se ha desatado!
Ahora eres libre, Bharat,
con tu cordura ántica y con la nueva sabiduría.
¡Desátate, Luz de mi alma,
desátate!. Ahora, más que nunca yo siento la obra del espíritu.
Desátate, Luz de mi alma,
desátate: ilumina y despierta la adormilada sabiduría de la vida remota.
¡Bharat, despiértate!. ¡Tú
eres discípulo de la llama ardiente, Bharat escucha!
Tú eres el RENACIDO por
voluntad de los Siete Jueces de los Cielos. Bharat, tú eres el siervo de los
siervos del Espíritu puro, del Absoluto, del Inmutable, del Eterno Padre de
todos los Padres.
Bharat, escucha: ahora es
el tiempo del séptimo crecimiento y toda cosa tomará nuevo camino. Vela pues,
éste es el principio del tiempo en el cual madurarán las obras del Espíritu.
Ahora es tiempo y el tiempo
es número. Vela pues, ya que la resplandeciente Luz del Espíritu vendrá para desgarrar
las tinieblas. Tales cosas vendrán como rocío en la noche y a quien esté
despierto aquel día jamás se cerrarán sus ojos, ni sus oídos se volverán
insensibles.
Vela pues, Bharat, vela y
opera con juicio, puesto que de tu Obra se abrirán las puertas de los Cielos”.
Y yo escucho atentamente,
Venerable Maestro del Espíritu mío.
“¡Despiértate, Bharat,
despiértate! La tierra, las aguas y el aire, y también el fuego tomarán
diferente camino. Tú sabes bien y bien recordarás las normas tomadas por las
Siete Estrellas.
El cambio de las cosas
extrañas creadas está en el tiempo, como fue, como ha sido y como será.
Muchas cosas extrañas a
vuestra razón se verificarán y en vuestras almas el Espíritu obrará. Su obra es
número. Su presencia es número. Su juicio es número.
Escucha, Bharat, escucha:
lo que está dentro de nosotros ve mejor de lo que está fuera de nosotros. Lo
que está fuera ve aquí, lo que está dentro ve aquí y también ve allá.
Todo está frío y todo es
fuego. Todo es fuego y todo es frío.
Toda cosa creada cambia de
camino y el mundo, Madre, también mutará en el tiempo.
Vela, Bharat, vela.
Recuérdate, Bharat,
recuérdate: nuestra Obra no es diferente a todas las otras obras de las cosas
creadas. Quien vive en el cuerpo, quien vive en la urna de la materia obra en
el árbol. El árbol labora para todos, todos laboran para el árbol. La vida
labora y también la muerte hace semejante obra.
El alma y el cuerpo son la
misma cosa, la una es para el otro, el otro es para la una.
Nosotros laboramos porque
otros laboran, existimos porque otros existen, transformamos porque otros
transforman.
Todo está ligado como una
interminable cadena, y nadie conseguirá, nunca, eludir la voluntad que discurre
como el tiempo.
Despiértate, Bharat,
despiértate: Yo estoy dentro de ti para desligar aquello que estaba ligado.
Habla, pues, ya que tu alma
vibra y se impregna de Sabiduría y Cordura y, como entonces, está llena de
fuerza espiritual”.
Almas de mi Sendero: yo soy
EL RENACIDO y soy aquel que fue, ahora y hace tiempo remoto.
Mi Maestro fue Bharat, en
la quinta raza humana. Ahora es el mismo, hijo de la Luz, cuerdo y sabio. Él
está en mi porque yo estoy en él.
Hace doce mil años. Tuve
gran consuelo con Sus enseñanzas y aquello que entonces ligó en mi Espíritu,
ahora se derrite como nieve al sol. En los valles plateados de la Atlántida yo
fui cuerdo y aconsejado, y mi obra, cumplida en el tiempo de la Sabiduría, fue
larga y profunda.
Ahora mi cuerpo yace,
todavía inmóvil en el Templo del Sol, y éste, está en la quinta Rosa del jardín
secreto del Espíritu, allí, hacia Oriente.
Ahora, en este tiempo, soy
como fui, y bien recuerdo de haberlo sido, puesto que aquello que estaba
ligado, el Maestro de mi Espíritu lo ha desligado. Y él alberga en mí y habla
con dulce y amable sabiduría. Yo escucho y medito profundamente sobre aquello
que Él sabiamente dice. Yo siento Su amor y Su enseñanza me llega con
permanente fuerza.
“Tu estás en mi y yo estoy
en ti”. Tales palabras Él no cesa de repetir. Y todavía. “Él es yo y yo soy
Él”. Él porta las alas del fuego, y el Sol, las aguas, el aire y también la
tierra velan a lo largo de Su Sendero. Él dice:
“Yo albergo en aquel que,
semejante a mi, vivió en el tiempo, en la tierra y también en espíritu en los
cielos. Ha RENACIDO, no por culpa, sino por voluntad de los Siete Jueces y de
las Siete Estrellas de Oriente. Con eso yo digo: Él es yo y yo soy Él, y la
fuerza del Espíritu está en su rostro.
En él hay Cordura y
Sabiduría, y son resplandecientes como luminosas estrellas. Él tiene las alas
de fuego y desde la Eterna Morada ha venido entre vosotros, puesto que el
tiempo del séptimo crecimiento está próximo. Yo estoy en Él y también Él en mi.
Porque tal crecimiento aportará graves turbaciones entre las cosas creadas. Y
tal motivo me empuja ya que tal orden recibo y, todavía, yo digo: ahora es el
tiempo del séptimo crecimiento, y puesto que tal crecimiento aporta nuevas
orientaciones y también nuevo camino, conviene velar y meditar con espíritu
sereno.
Yo digo: el séptimo nudo
pronto se desatará, y la luz del Espíritu desgarrará por séptima vez las
tinieblas. Tales cosas acontecerán por diferentes caminos y las aguas, el aire,
el fuego y también la tierra andarán nuevos pasos. Ese día está fijado en el
tiempo y el tiempo está cercano. Velad, pues, velad, ya que la señal es número.
Velad, ahora más que nunca puesto que, quienes de vosotros, en aquel tiempo,
tengan los ojos del Espíritu abiertos y los oídos del Alma sensibles, tales
quedarán.
Aquellos que, tomados por
el sueño placentero del cuerpo y de los vicios, estén en aquel tiempo
dormitando, cerrados por el terror permanecerán sus ojos y sordos por el
estruendo se volverán sus oídos y nunca más verán la gloria y la potencia del
Espíritu Puro.
Vele, pues, quien ama
salvarse, porque la Obra del Espíritu está en la señal y la señal es número. Es
aquel que vela quien primero mueve la piedad de Dios.
Aquel que escoge diferente
sendero sólo verá tinieblas y también sentirá terror, sin ninguna esperanza.
Operad, ahora más que nunca, porque es el tiempo”.
EPÍSTOLA DEL TIEMPO
En el breve tiempo del alba
y también en el breve tiempo del ocaso se desatarán los nudos del antiguo
conocimiento.
Bharat, y también Hermes,
en blanco luminoso y con estrellas de siete rayos en la frente vuelven de fuego
las alas de mis pensamientos y Ellos desatan los nudos con el querer del Uno y
del Otro y con tal movimiento se dilatan como nubes de la Eterna Sabiduría y de
la Vida-Una.
Yo bien me doy cuenta
puesto que he sido instruido, por ellos, sobre la meditación para acoger sus
voces para la liberación de las aflicciones y también para disipar los
sufrimientos humanos y tomar nueva vida, nunca vista en esta tierra. El secreto
es uno y está encerrado en el torbellino invisible de aquello que me circunda.
Y Estos que se complacen en albergar en mi alma, hacen vibrar de profundo
conocimiento las humanas cuerdas de mi vida.
Bien poco yo conocía, antes
de que sus voluntades se volviesen, en el tiempo de los tiempos, cosa real e
hiciesen de mi sus propias personas y también sus propias voluntades.
De esta manera, todo en mi
se ha movido como una continua llama de Sol y sus corduras y conocimientos se
manifiestan como cosas definidas y sobre lo que la mente humana nada puede
añadir. Los secretos del tiempo remoto ya no son palabras de fábula, puesto que
yo siento y veo, a lo largo del ántico sendero, las leyes inmutables del
principio y del fin de toda cosa mortal.
Bien me recuerdan los
Maestros la secreta vía de la Vida-Una y del Conocimiento-Uno y bien me
aconsejan de utilizar tal sendero, ya que por tal sendero se llega a la meta de
todo advenimiento de aquello que está manifestado y también de aquello que no
está manifestado. Por tal vía, Ellos se han vuelto cuerdos y sapientes y
también tuvieron los siete conocimientos de la Vida Eterna.
Yo, tales conocimientos
revelaré, pero ahora aún no es tiempo, y el tiempo deberá, sin embargo, venir.
Ellos me están guiando y yo
sólo deberé dar obediencia, ya que por tal motivo yo he RENACIDO. Y vosotros
que me escucháis, debéis sentir prudencia al formular juicios, puesto que sobre
vuestros juicios pesa el bien, o el mal, del pasado y del futuro de vuestros
tiempos.
Sed, pues, justos ya que
los justos encontrarán el conocimiento de la salvación y del bien eterno.
BHARAT dice :
- “No son los ciegos y los
sordos a no ver y tampoco a no oír, sino son aquellos ciegos y sordos que no
quieren ver ni tampoco oír”.
- “Los ojos son para ver, para
socorrer a quien cae en el mal y los oídos son para oír el grito de quien se
encuentra en el dolor y pide “salvación”.
-“Ahora es tiempo de abrir
bien los ojos y destaponar los oídos, puesto que muchos caerán en el mal y
muchos también gritarán para pedir ayuda”.
HERMES dice:
-“Cuando hayáis dilatado el
máximo del actual conocimiento, sólo sentiréis el peso tenaz de la gravedad”.
-“Caeréis, inexorablemente,
dentro de una gran olla de fuego si no encontráis el modo de frenar este gran
deseo de deformar el alma de los cuerpos puros”.
-“Meted las manos en uno de
los siete ríos de la purificación y haced que ellos no deban acelerar más
vuestro miserable fin”.
Estad aconsejados en el
hablar, porque aquello que ha sido dicho viene de la fuente del Conocimiento de
todos los Conocimientos, puesto que ninguna cosa viene sin aquella fuerza que
la inicia y la conduce.
Y ellos, todavía, desean deciros:
No sea la
muerte a haceros vacilar, sino que sean tales
conocimientos
a hacer vacilar la muerte, porque Ellos dicen:
La muerte alza
el velo que cubre la Aurora de
Vuestras
Almas.
Y Ellos aún os dicen:
Sed sensibles
y haced que Vuestra Alma Vibre,
Para que
podáis contemplar, con inteligencia luminosa
el Arca
Suprema del Conocimiento Universal y también
podáis,
todavía, recibir la Gran Revelación
del Eterno
Templo del Triángulo de color Esmeralda
y del
Triángulo de Oro.
EL RENACIDO
A los ojos del Espíritu, el
Arte Celeste no queda mudo. El silencioso Verbo ciñe y arrastra a los justos
que saben llorar y creer.
No todos podrán comprender,
puesto que ignoran el gran principio de amor, ignoran que la materia está en
toda su forma sostenida, guiada, organizada por el Espíritu que en diferentes
grados de manifestación, en cualquier parte que sea existe.
Para vosotros, hombres, es
necesario que comprendáis finalmente, la indispensable necesidad de abrir las
puertas de vuestras almas para que podáis establecer la unidad de la vida de
todos los seres, desde el mineral al hombre y de la Suprema Ley que liga éstos
a la vida.
Para comprender tal
preciosísima obra de Arte Celeste, es necesario poseer un alma pura y un
vínculo de inmenso amor con todo lo Creado. Es necesario despertarse, educarse,
desarrollar una facultad más profunda del espíritu: “la intuición”. Esta gema
espiritual de la Consciencia Universal que es la razón purísima de la más alta
evolución de la Consciencia Planetaria, desde hace milenios ha retornado en la
envoltura sutilísima del Misterio.
Muchos hombres de tal
tiempo se quedan asombrados ante cosas que salen de su más profunda consciencia
sin poder percibir la Luz original.
Con ésto, yo digo: cuando
la Consciencia Planetaria, todavía latente, vuelva a ser clara, también en
vosotros, vuestro yo eterno sabrá todo de sí mismo.
Aquel día también vosotros
habréis vencido a la muerte.
* * *
Antes de que vuestros ojos
vean y vuestros oídos oigan, es útil que la unión espiritual esté en todos
vosotros, con la pureza de vuestras almas, puesto que el Arte Celeste quedaría
mudo e invisible si tal unión no aconteciese.
Es necesario que la
consciencia se vuelva clara y que sus experiencias exteriores e interiores
lleguen a alcanzar el estado de equilibrio indispensable para conseguir el
completo despertar de aquellos ojos Espirituales que saben atreverse al unísono
con el principio de las Leyes de la Consciencia Universal del Absoluto.
Esto que os expongo y
relato, representa un principio nuevo para vuestros humanos pensamientos.
El tiempo que la humanidad
atraviesa reclama la ayuda de nuevas revelaciones espirituales. Y no sea
maravilla, para vosotros, esta palabra, puesto que la revelación quiere ser,
además que la esencia íntima de la raíz de las religiones, la maravillosa
armonía del alma humana en continua obra con el íntimo pensamiento de todo lo
Creado: armonía y obra que revelan al hombre los nuevos misterios de su
verdadero Ser inmortal.
La gran Verdad es Una
sostiene y remueve todo pensamiento que tiende a comprender la originaria
Chispa Divina.
Y finalmente, yo digo: Para
aquellos que no sienten, mínimamente, estas cosas, que todavía están
prisioneros de las aspiraciones más bajas de la densa vibración material,
vuelvan a su mundo, puesto que no podrán ni ver la Divina Obra del Arte de los
Cielos, ni oír el silencioso Verbo del Espíritu Eterno.
Y yo, todavía siento,
dentro de mí, el Divino Fuego arder como en los ánticos días, cuando la voz
dulce y potente del Gran Anciano decía:
“Vendrá el tiempo en el que
las cosas humanas se vestirán con nuevos vestidos y el fuego eterno se posará
como suave rocío en todos los lugares de la tierra. También acontecerá que
dudas poderosas entretendrán a los hombres en el umbral de nuevos pensamientos,
mientras el Camino de los Invisibles marcará pesadamente el paso de los cambios
en el aire, en el agua y en el fuego.
Tales cosas acontecerán
como el rayo y a nadie es dado conocimiento para evitar gran confusión.
Finalmente se verificará un acontecimiento que el Incognocible se dignará obrar
en la inmensidad de los Cielos y a tal vista los hombres sentirán,
verdaderamente, temor de los tiempos que apremian”.
Mi corazón latía velozmente
mientras la potente Voz del Divino Maestro penetraba en lo íntimo de mi cuerpo
como poderosa y penetrante cosa. Mis ojos estaban fijos en sus ojos y sentía
tan dulce arrobamiento que nunca dirigí hacia otro lugar mis húmedas pupilas.
El que de mí gozaba por la
atención que yo Le dispensaba, llamándome aparte quiso concederme brevemente Su
suave compañía.
YO SOY POIMANDRES
Yo, hijo, estoy siempre
contigo, en ti, recuérdalo, porque es verdad que por medio de ti, a menudo,
vivo, sueño, lucho y sufro para conocer como soy allí, en donde toda cosa está
al inicio. Yo soy el Alfa y el Omega, el primero y el último. Puedo, si quiero,
ser el Omega y no el Alfa, el último y no el primero. Es voluntad de Mi poder y
fuerza de Mi Fuerza, es porque quiero ser aquello que tú eres, has sido, serás.
Yo soy Poimandres, la
Inteligencia del cosmos, matriz de todas las cosas que fueron, que son y que
serán. Yo tengo innumerables lenguajes, innumerables rostros.
Yo soy la unidad en la
multiplicidad. Nadie Me ve y estoy en toda cosa, estoy siempre presente. Estoy
en las tinieblas y en la luz, en lo bello y en lo feo, en lo real y en lo
irreal, en la materia y en el espíritu, en lo visible y en lo invisible.
Yo soy, donde no estoy
ninguna cosa puede ser. Toda pequeña partícula me contiene.
Yo soy Poimandres y soy la
causa de todo aquello que nace, vive, muere, para ser siempre. Yo pienso, creo,
plasmo y nutro Mi eterno devenir.
Soy Aquel que tu sientes y
no ves. Soy la causa de tu sed de existir, porque quiero ser servido para
servir, quiero ser amado para amar, quiero enseñar para aprender, quiero hacer
vivir para vivir.
Yo soy Aquel que tu sientes
y no ves. Yo te veo y siento a través de tus pensamientos. Yo soy la causa de
tu alegría cuando Me haces feliz, la causa de tu tristeza cuando Me haces
infeliz.
Yo soy el Bien, la Alegría,
la Consolación, la Prosperidad del espíritu y de la carne; soy la Providencia
sólo cuando Me sirves, Me comprendes y te esfuerzas en conocer Mi verdadera
naturaleza.
Yo no soy todo ésto si te
alejas de Mi y Me procuras amarguras.
Hijo Mío, escucha: ¿si Yo
estoy en ti, por qué temes?. ¿No soy Yo quien mueve tus pasos, por qué dudas?.
Soy Yo quien suscita aquello que sientes, porque soy Yo que deseo realizar en
ti aquello que es Mío.
¿No te ha sido dicho que
aquello que es Mío, también es tuyo?.
Yo y tú somos una misma
cosa, recuérdalo hijo Mío.
Mis Divinas Ideas se deben
cumplir y ésto para que lo Divino y lo humano se fundan para la realización de
los cimientos del Celeste Reino Prometido.
Mis Hijos tomarán morada
sobre la Tierra y la simiente de Arat fecundará Mi nuevo pueblo.
Mira en los ojos de los
espíritus vivientes que pongo sobre tu camino.
Refleja en ellos tu Luz y
gozarás la inefable dulzura de Mi Amor, porque te digo, Luz de Mi Luz: soy Yo
que brillo en sus ojos, soy Yo que inflamo sus corazones, soy Yo que deseo amar
y ser amado.
Soy Yo la causa de toda
cosa que hace parte de Mi; soy Yo la felicidad de Mi felicidad; soy Yo el
Arquitecto del todo. Si Yo quiero es porque soy Aquel que es. ¿Comprendes?.
Los Dioses brotaron de Mi
Seno y los Ángeles del seno de los Dioses. Los hombres son ángeles vivientes,
instrumentos de la Voluntad de los Dioses, custodios y maestros, insignes
coordinadores de las estructuras universales.
Mi Voluntad está en la
voluntad de los Dioses y la Voluntad de los Dioses está en la de los Ángeles.
Los Ángeles vivientes han perdido la memoria de esta eterna verdad.
Quiero que los Ángeles
vivientes recuperen la memoria que han perdido. Yo quiero que vuelvan a ser
conscientes de sus verdaderos orígenes.
Escucha hijo y escribe,
para que quede memoria de cuanto ahora digo:
Soy Poimandres, la
Inteligencia Suprema, el Arco Iris que crea, el Soplo Vital de toda cosa
visible e invisible, el Monarca Absoluto de todo aquello que está manifestado
para ser, para vivir, para mutar y ser siempre.
Soy
Aquel Que es
Esto para que sepan que soy
la causa de todo y todo al mismo tiempo.
Hijo, escucha y propón de
hacer escuchar a quien, todavía, cree poderme replicar, diciendo esto es justo,
esto no es justo, ésto es verdad o ésto no es verdad. ¿Quién conoce Mi
verdadera naturaleza?.
¿Hay alguna cosa que no sea
Mía, que no Me pertenezca?.
Yo concedo de lo Mío y, si
quiero, lo tomo para que sepáis que, si concedo por Amor, quito por Justicia.
Quien realmente tiene
conocimiento de Mi, de Mi viviente naturaleza Deificante, no puede no
asemejarMe, no puede no ser Mi Mismo, no puede no amar como Yo amo, y no Me
replica.
Callen, pues y no hagan
Sabiduría si no poseen ninguna.
La Sabiduría es una Gracia
Mía para quien quiere revestirse de Sabiduría y despojarse de arrogante
ignorancia. Yo soy el Bien y lo manifiesto con Mi Ley y no con la vuestra. ¿Qué
poseéis vuestro? ¿Lo qué? ¿Si todo aquello que creéis poseer es Mío?.
Soy Yo quien consume y
vuelve a crear. ¡Sabedlo!
Hijo, tus revelaciones no
son útiles a aquellos que todavía no pueden comprender. Las Leyes y la verdad
de la dimensionalidad manifestativa de la materia son bastante diferentes de
las Leyes y de la dimensionalidad manifestativa del Espíritu. Los planos en los
que se manifiesta el fuego de la vida no son semejantes a los planos en los que
se manifiesta la Luz del Espíritu. Hablar del orden de las cosas que están
ligadas a la vida terrena es tan útil, porque edifica y acrecenta los niveles
de conocimiento y del equilibrio mental de aquellos que todavía están obligados
a crecer en estatura espiritual.
Quien te escucha ya ha
crecido y mejor comprenderá, pero a quien no te escucha compréndelo y déjalo
crecer. Tú no estás iluminado para revelar las Leyes de la vida, pero Yo te
digo: “Tú estás iluminado para revelar las Leyes del Espíritu”.
Recoge en tu recinto a quien no tiene frío de la muerte y de
las cosas que pasan porque Yo te digo: “Estas son las semillas aptas ".
Capitulo 2.
Capitulo 2.