MARIA
ANTONIETTA DE MURO
ORAZIO
VALENTI
Traducción realizada por Antonio Pastor L.,
con permiso del autor O. Valenti.
LOS GIGANTES DEL CIELO:
Eugenio Siragusa
Síntomas manifiestos de
distonías en el anillo magneto-esférico del Planeta Tierra.
Nos ha sido ampliamente
ilustrada la causa de estos Efectos por quien conoce profundamente la
Naturaleza Cosmo Física y Cosmo Dinámica de vuestro Sistema Solar. Pero como
siempre, la imposibilidad de dar crédito a cuanto, generosamente, nos viene
ofrecido por una Superior Ciencia Exterior, nos priva de la oportunidad de
anticipar procesos y desarrollos que podrían, más y mejor que ciertos blasfemos
discursos, poner la Humanidad de este Planeta en condiciones de proveer en
tiempo útil a las emergencias necesarias.
Las relaciones en su tiempo
recibidas, nos dan, hoy, la exacta medida de una realidad que nos incumbe y por
muchos considerada, utópica, imposible, de ciencia ficción.
El precioso
contenido del libro “Los Gigantes del Cielo –Eugenio Siragusa” propone a los
duros de cuello, a los escépticos y a toda la doctoral clase del Planeta
Tierra, una
realidad galopante destinada a revelar radicales mutaciones en el proceso
evolutivo del Planeta y de la Humanidad, si esta última no se predispondrá a
toma Conciencia, operando y edificando con los Verdaderos Valores Universales,
las indispensables estructuras existenciales idóneas para desarrollar un
estable equilibrio psíquico y por tanto moral, material y espiritual.
Un arrepentimiento
indispensable a fin de poner las cosas en su justo lugar e instruir los
Presupuestos Ideales tales para impedir una caótica aceleración de los procesos
involutivos en los dinamismos naturales y de la humanidad.
Si tal arrepentimiento no se
debiera verificar, toda la Humanidad asumiría la gravísima responsabilidad de
su Irreversible Final.
Juan de la Cruz.
Eugenio Siragusa.
04 enero 1980
HEMOS ESPERADO, POR SI...
HEMOS
ESPERADO QUE “LOS SIGNOS PROFETIZADOS” PUDIESEN CORROBORAR A LA
INTELIGENCIA HUMANA EN COMPRENDER, EN ARREPENTIRSE, EN ABRIR LOS OJOS, Y
DESTAPONAR LOS OÍDOS.
HEMOS
ESPERADO QUE “LOS SIGNOS CELESTES” HUBIERAN DESPERTADO EL ETERNO VALOR DE
UNA VERDAD GENEROSAMENTE ANUNCIADA POR AQUEL QUE ACEPTÓ LA PERSECUCIÓN Y LA CRUCIFIXIÓN.
HEMOS
ESPERADO QUE LA LUZ, EN LA OSCURIDAD DE NUESTROS DÍAS, HUBIESE CONCEDIDO RESPIRO
A LA PAZ Y A LA CONCORDIA, A LA ESPERANZA Y AL BIEN SUPREMO DE LA VIDA Y DE SU REAL
SIGNIFICADO.
HEMOS
GRITADO EN EL DESIERTO Y HEMOS VISTO, EN EL LUGAR DE LA FE, UNA PÁLIDA ESTATUA
DE MÁRMOL PINTADA DE COLOR DE SANGRE Y VESTIDA DE DESTRUCCIÓN Y DE MUERTE.
HEMOS
ESPERADO Y NO HEMOS RECIBIDO MAS QUE DESPRECIO, ODIO, BURLAS, PERSECUCIÓN Y VITUPERACIONES.
CONTINUAMOS
ESPERANDO, AÚN SABIENDO QUE LA HISTORIA SE REPITE Y CON LA CERTEZA DE QUE “SUS”
PALABRAS NO PASARÁN JAMÁS.
JUAN
DE LA CRUZ.
4 enero 1980
Edición para internet a cargo de : http://www.eugeniosiragusa.it/
ESTA PUBLICACIÓN ES GRATUITA
PORQUE LA VERDAD
NO SE VENDE NI SE COMPRA
Para comunicarse con el autor, Orazio Valenti:
Tel. : 3405383061 (Italia)
Llamadas internacionales 0039- 3405383061
Correo Electrónico: orvalen@libero.it
El simbolismo de la composición de
la portada, en una interpretación personal del autor Orazio Valenti, quiere
representar el Amor que este “Gigante del Cielo” ha tenido para la humanidad de
la Tierra.
Un mensaje fiel a su deber, que en todo el
arco de su misión, tal como ha recibido de lo Alto el pergamino del
Conocimiento, así lo donó hasta el último sacrificio.
Eugenio
Siragusa
Notas biográficas.
EugenioSiragusa nació en Catania el 25-3-1919, día de la Anunciación , en una
modesta familia de la burguesía media siciliana.
Penúltimo
de cuatro hermanas y un hermano, pasó su infancia entre los juegos y las
despreocupaciones comunes a todos los niños del mundo; muy vivaz, rico de
inventiva y de creatividad demostraba ya desde los primeros años de vida una
personalidad fuerte y una natural tendencia a “guiar a los demás”.
En el colegio demostró rápidamente su impaciencia por la
disciplina escolástica y el rendimiento era desastroso. Logró de todas
formas a conseguir la licencia elemental, su único titulo de estudio.
Apenas
adolescente se enroló voluntario en la Regia
Marina Militar, prestando servicio como submarinista durante
el segundo conflicto mundial, obteniendo tres Cruces de Guerra al Valor y certificados
de “conducta ejemplar y valerosa”.
Desde
su matrimonio con Rosaria Mirabella nacieron dos hijos, Liberto y Francisco,
ambos con una optima posición social y felizmente casados con hijos. Condujo y
gobernó su familia con un solido trabajo en el Dazio de Catania, y desde 1972
se encuentra jubilado.
Cuando
en el 1962 tuvo la fulguración que debía transformar su personalidad y su vida,
Eugenio Siragusa se vio obligado a rechazar los compromisos que la
incomprensión del mundo quería imponerle, y solo contra todos, luchó hasta la extenuación para defender la
Misión que le había sido confiada, sosteniendo y divulgando la Obra mastodóntica del Centro
de Estudios de Fraternidad Cósmica, que todavía hoy, a pesar de hacer sido
cerrado en el agosto de 1978, continua viviendo y ha hacer oír su voz en el
mundo.
LO
QUE IMPORTA ES QUE EL HOMBRE CONTINÚE A CONSERVAR VIVA AQUELLA ARDIENTE SED DE
SABER QUE CUALQUIER DIFICULTAD NO ES MÁS QUE UN YUGO.
EUGENIO SIRAGUSA
Dedicamos este libro a todos
aquellos, que por realización del ideal más alto, osan superar los limites del
sacrificio para hacer triunfar el bien de la Vida , de la Paz , de la Fraternidad y de la Justicia.
A todos vosotros que dirigís la
mirada hacia este ideal de libertad, nosotros ofrecemos cuanto nos ha sido
donado. El conocimiento, aunque si nuestro filtro no podría jamás daros una
proyección perfecta de las enseñanzas parabólicas respiradas sobre un trasfondo mesiánico.
A las vuestras Almas, tengan el
coraje de creer, o el de no creer, confiamos el anhelo de la esperanza y de la voluntad, en una libertad de maduración personal; porque cada día señala el
inicio de un conocimiento nuevo, o el perfeccionamiento de un conocimiento
antiguo en el pulso del ritmo universal.
Los Autores.
INTRODUCCIÓN
En
verdad, la Cordura
tiene un modo de acercamiento al hombre, que no podrá jamás cesar, y los
colaboradores de este designio de redención son los Mensajeros de Dios.
El Mensajero de Dios es como un genio que porta la idea
de exhortación y consejo celeste. Esta idea, descendida entre los hombre,
es analizada y desgraciadamente adquirida con egoísmo, como si el hombre crease
por sí mismo, rechazando la idea explotada y sufrimiento el portador.
El
hombre quiere solo pensar en su propio cuerpo, el cual, lanzado en el mar del
conocimiento, se pierde, porque los sentidos solo rozan la superficie de las
cosas en la incapacidad de penetrar la esencia de los valores propuestos por el
invisible, olvidando que el Creador es la Causa Omnipresente , aunque invisible.
Le
resulta cómodo que la realidad profunda escape, que Dios no exista, que Su
Mensajero sea crucificado. De esta manera, el hombre mastica la viejas cosas,
busca de traerlas a su propia lógica y hace nacer los ideales de la corrupción,
los falsos mitos: El anticristo.
Irrumpen
los instrumentos de la perdición que hacen estragos en el alma humana, sorda al reclamo interior porque está drogada por la leyes del cuerpo. Leyes falsas,
quimeras reducidas por el tiempo que muta y de una vida material que desemboca en el olvido del nacimiento.
No
queda más que una manada de humanoides que intentan recubrirse de una atmósfera de oscuridad, hacen como los avestruces, y alaba al huracán destructor de todas
las fes que con la mascara del escepticismo impone el rostro sin alma.
Los
Mensajeros son los Ángeles de Dios, los Extraterrestres, y Mensajeros son
aquellos hombres que los Extraterrestres eligen como terminales colaboradores
de la Obra Divina.
Los
Mensajeros de Dios son Dios mismo en medio de los hombres, son un vivo
testimonio de que la Ley Es , que la Ley mueve y anima cada átomo de
cada cosa, que la Ley
crea y destruye con su lógica de pensamiento e instrumento cósmico.
“Hombre.
¿Quién eres tu que replicas a Dios?”
En su tiempo Jonás tuvo miedo y quiso rechazar la
invitación del Cielo, la elección que el Cielo había puesto sobre él. Le fue
entonces dado un Signo, el Signo de su desobediencia, pero este Signo de
desobediencia no está grabado sobre la voluntad de Eugenio Siragusa que durante
27 años ha edificado una Obra cuyas raíces son profundas en el cielo, y cuyas
Verdades son ahora re-masticadas por los hombres. orvalen@libero.it ¿A causa de cual fuerza, con
qué fe un hombre podría haber resistido durante tanto tiempo a la burla de los
incapaces, a la disuasión de los corruptos, partidarios de una psique en
decadencia?
“Mi Verdad no la he comerciado
con nadie”.
“No debía ni podía. He dado
cuanto era posible dar sin pedir nada a cambio, sin limites ni condiciones.
¡Debía hacerlo! Sé cuanto es dificil creerme. No he sido otra cosa que un
embajador. Los mensajes morales, espirituales, religiosos y científicos están a
vuestra disposición. orvalen@libero.it Solo DIOS sabe cuántos sacrificios he debido afrontar,
cuantas insidias superar para este acto de humilde obediencia. El discurso lo
he ofrecido a todos; ahora la humanidad asuma su responsabilidad”.
Escuchemos esta apoteosis de lo humano y lo divino en la
comparación entre el personaje y el mensajero, por un lado unidos en una sola
meta y por el otro divididos entre el personaje que autorrealiza su propia
identidad ancestral y el mensajero que humildemente obedece el programa divino
para la reestructuración mesiánica del Tercer Milenio.
La verdadera vida de Eugenio Siragusa “contactista” tuvo
origen el 25 de marzo de 1952, aunque si cerca de dos años antes su conciencia
había entrado ya, inconscientemente, en los profundos problemas que desde
siempre afligen a la humanidad, y se abría gradualmente a aquel Conocimiento
Superior que lo llevaba e tomar cercanas relaciones epistolares con las mayores
Personalidades responsables de las suertes del mundo, como veremos más
adelante.
La mañana de su 33º cumpleaños, el 25 marzo 1952
precisamente, un rayo salido de un cuerpo luminoso aparecido en el cielo, lo envistió y lo compenetró de una nueva personalidad.
Su estado de animo que antes era
simplemente triste por deber de ir al trabajo aunque fuera el día de su
cumpleaños, en pocos minutos se volvió ligero en una conciencia que traspasaba
todo horizonte humano. orvalen@libero.it
¿Fue “fulgurado” como Saulo de camino a Damasco?
¿Fue llamado por una voluntad celeste?
Más que poderlo criticar humanamente, dejemos de ello la demostración a su Obra en parte mencionada en este volumen.
“
Desde el principio creí estar volviéndome loco, mientras interiormente tenía
una profunda paz, una serenidad jamás sentida antes. Las preguntas se agolpaban
en mi mente y las procesaba con una velocidad sorprendente”.
“¡Me maravillaba, me sorprendía de mi mismo! conceptos nuevos, audaces , fuera de lugar a mi pobre
cultura escolar (5ª clase elemental) se apoderaban de mi. Apreciaba, con no poca emoción, que
apenas me planteaba una cuestión, inmediatamente recibía la respuesta, la
aclaración. Tenía miedo, pero una voz interna me tranquilizaba: “No temas”.
“Las
preguntas que me ponía no quedaban sin respuesta. El hueco siempre era colmado,
¿pero por quién? Pensaba: ¿Quizás yo
estaba cegado por la Luz ?
Y he aquí que la respuesta decía: “No te hagas preguntas, espera”.
“Pregunté que es lo que había sucedido: “tu despertar” –respondió la
voz. No ha habido
una pregunta que no haya tenido su respuesta. Todos los días, durante once larguísimos años, los discursos eran, además de retos, instructivos”.
“Aquella
Voz Interior comenzó a instruirme sobre geología y sobre cosmogonía; me llevaba a los misterios del Creado. Me hizo reflorecer en la mente visiones del pasado,
de mis vidas precedentes. Me hizo revivir épocas maravillosas en donde la Cordura y el Amor eran los
pilares de las antiguas civilizaciones. Yo, que non había tenido nunca
inclinación para el dibujo, empecé a sentir la necesidad de dibujar”.
“He
dibujado papiros, algunos de alrededor de seis metros de largo. He dibujado la
forma y la posición de los continentes en la época Lemuriana y Atlantidea,
además de otras épocas precedentes”.
“Y
así, poco a poco, gradualmente, día tras día, mi conciencia se abría, expandiéndose en un conocimiento de Verdades Reveladas”.
CAPITULO 1
DESDE EL LEMURIANO AL
ATLANTIDEO.
25.8.1952
Escribiendo lo que escribo no es ni
pasatiempo ni exhibicionismo.
En tiempos tan duros y graves es del
todo inoportuno hacer una u otra arte.
Lo que este escrito contiene está completamente dictado por una lagrima de Dios descendida sobre la Tierra : No es otra cosa que
la Voz Suya. Y quien lo quiera creer que lo crea; de
mi parte solo está el bolígrafo, el tiempo y la invitación a leerlo.
Antes aún de que “sintiera” in mi está
Luminosa Lagrima de Dios, no menos que los jóvenes de mi edad estaba distraído
y lleno de fascinación por las cosas terrenales;orvalen@libero.it era, en suma, mi diferente de
como hoy me siento.
Me acuerdo la fecha exacta del “reclamo”
23 de marzo de 1952, dos días antes de mi 33 cumpleaños. Era un templado día del inquieto mes de marzo y caminaba tranquilamente por una calle de mi ciudad
natal, Catania. En un cierto momento sentí un extraño presentimiento; alguien
me seguía, y buscaba de una forma completamente extraña de hacerse notar. Escalofríos de frío me pasaron por todo el cuerpo mientra una voz interior me
decía:
“YO SOY UNA LAGRIMA DE DIOS Y MI NOMBRE
ES: BAHRAT”.
Bahrat, Bahrat, ... este nombre latía dentro de él, pero ¿era un Ser que le hablaba desde la profundidad de los Cielos, o era su propia conciencia que se
despertaba a una experiencia de una vida vivida?
La consternación que sentí no podría
jamás demostrarla, ni podría decide como, desde entonces, yo no regresé a la
personalidad de un tiempo. Buscaba
de todos los modos de distraerme, pero
todo era inútil. Era completamente diferente, era completamente otro, guiado por una fuerza misteriosa pero infinitamente cuerda y sabia. Pasaron muchos
días y muchas noches sin descanso, mientras la voz me decía:
“No tengas disgusto por lo que oyes. Tú
eres el Designado por el Sagrado Colegio de las Siete Estrellas que son los
Siete Espíritus de Dios. Tranquilízate, esta es tu misión y el tiempo ha
llegado”.
La
llamada de su Espíritu llegó así, como una tierna invitación a una elección que
se volvería de consciente aceptación.
Todo el día era una continua exhortación, y desde entonces jamás he cesado un solo instante en el
amaestramiento de la Divina Sabiduría ,
de lo Inconocible y de lo Conocible, del bien y del mal, de todo cuanto está
sepultado en la noche de los tiempos. Bueno, el disgusto pasó y ahora me siento
extremadamente feliz por haber superado la prueba más tremenda de esta experiencia mía, porque es una cosa dificilisima de creer, para mi no había ni
espacio ni tiempo y en verdad, creedme, podría tocar el ultimo de los Cielos
con el desdoblamiento de mi personalidad.
Ahora deseo permanecer tal y como quien
me he convertido y me sentiría desesperadamente perdido si aquella Voz cesase
dentro de mi.
Esta es como el perfume de una flor de
Loto perdido en un rosal de Eterna Luz donde el canto de la beatitud hace feliz
el sueño eterno de los esplendores espirituales. Me sentiría verdaderamente
perdido, si por un instante fuera diferente de como ahora soy.
No poseo más que una pobre cultura
elemental, pero esto tiene poca importancia y en relación a esto la Lagrima de Dios así se
expresa:
“El arte terreno no es similar al Arte
Divino; lo que importa es conocer mejor a si mismo pensando bien y operando
optimamente”.
Además dice todavía:
“Quien no habla con el Silencioso
Verbo del Espíritu, no podrá jamás conocer y comprender la gran dificultad que
halla aquel o aquella que quiere traducir el Verbo del Silencio en Verbo Sonoro”.
Hoy para mi no existen dificultades de
ningún tipo. No hay ya más secretos.
Escuchad esto que os cuento, declarando
a priori a los escépticos, que yo defino como criaturas sin culpa, el deseo de
que un día puedan también ellos comprender cuanto es útil tener fe y
obediencia a aquellas cosas espirituales que, como la Lágrima de Dios, no se
ven y ni tan siquiera se tocan y que en la presencia del Todopoderoso son más
conscientes y más cercanas de cuanto no lo somos nosotros con toda nuestra
visceral fe.
Un día, y para ser exacto el 7-8-1952,
cerca de una localidad llamada Monte Po, en Catania, recibí de Bahrat (la Lágrima
de Dios, mi Maestro) esta interesantísima declaración que permaneció
completamente en mi mente, (algo muy extraño porque mi memoria, solo poco antes
de tal advenimiento, me faltaba) y que escribí justo después de haber regresado
nuevamente a casa. La narración tuvo comienzo así:
Este mundo que os nutre y os contiene
no es libre de operar como él quiere. Este
sigue escrupulosamente las Leyes Universales que gobiernan el desarrollo y por
lo tanto las cusas y los efectos de su crecimiento. Es cierto que el mundo es
muy diferente de todo aquello que en él vive para su naturaleza cosmogonica y
por el tiempo con el cual se mide su existencia. Para vosotros un año está
compuesto de solo 365 días, un tiempo demasiado breve frente a aquel Cósmico que cuenta con 25.000 años; una eternidad frente al instante fugaz que es
vuestra vidaorvalen@libero.it . Pero esto es poco para poder comprender la diversidad y junto a
la gran importancia de aquel principio indestructible y eterno por el cual toda
cosa, desde el mineral hasta el hombre, se desarrolla resolutamente en su gran
obra Universal.
Hoy el mundo recorre el sendero de la
evolución acercándose cada vez más hacia su séptimo despertar. Muchos escépticos,
muy lejanos de creer en las proféticas voces de los enviados, quieren conocer
la fatal fecha del 2000. Dí, a
esto, que en los tiempos remotos muchos se salvaron después de tener fe y por
haber creído en la Voz
del Alma.
Y ahora escucha y medita porque lo que
te digo sucedió en aquel lejano tiempo en el cual la tierra y todos los demás planetas, excluidos algunos
de sus satélites, eran como realmente hoy los hombres piensan, nacidos del Sol;
pero en realidad ninguno sabe cómo estos han salido de las vísceras solares, ni
saben como algunos de sus satélites se han formado a su vez.
En aquel tiempo el rostro de vuestro
mundo era muy diferente a como hoy os aparece. Imaginad el mundo de 600.953.000 rotar alrededor de un eje que tenía en sus extremos
polares el actual monte Everest al Norte y las tierras del Altiplano Boliviano al Sur.
Imaginando esto os será imposible divisar
el grande y civil Continente MU-Tolteca que fue la cuna de la más potente raza
humana de piel rojo oscuro, ni tampoco podríais daros cuenta de otro Continente
donde los hombres de piel mimosa vivieron felizmente y enriquecidos de todas
las conquistas de la ciencia. De este ultimo aún algo queda ante vuestros ojos.
El Gran Continente Cià, actual Borneo,
Filipinas, Sumatra no son otra cosa que la vértebras retorcidas y despedazadas
de aquella inmensa zona de tierra, entonces habitadísima, prospera en el arte y
en las ciencias. Y finalmente la infeliz suerte de aquel otro Continente donde
los pueblos de piel rubia vivieron
también ellos –en la más estupenda de todas las tierras del mundo- la historia
de todas las Artes Divinas.
Groenlandia y gran parte de las islas
del Alto Canadá os dicen cuál fue la gélida agonía del inmenso Continente
desaparecido bajo el manto del cándido reposo.
Pero como todas las cosas del Universo
y por aquella infalible Ley que gobierna y rige el desarrollo y por lo tanto la
mutación que se contempla en la ascensión evolutiva, el mundo no podía
sustraerse de ningún modo a tal fuerza que supera todas las cosas creadas, así
como nosotros no podemos sustraernos, aunque lo deseáramos, de aquellas Leyes
que regulan nuestro desarrollo y, por tal causa, a aquellas mutaciones que nos
hacen mayores, inteligentes y que modifican nuestra naturaleza física. Pero
mientras que nosotros las convulsiones más críticas del crecimiento llegan en
ciclos de tiempo que van de siete años en siete, muy diferentes son las
convulsiones para el mundo el cual sus ciclos septenarios van de 700 millones
de años en 700 millones de años, divididos en otros tantos ciclos septenarios
de menor intensidad emotiva.
De hecho, lo que
sucedió en aquel tiempo fue causado por una Convulsión Principal de un Ciclo Septenario
de su Cosmológico desarrollo. Para demostraros de una forma aproximadamente
científica, su convulsión, he aquí un pobre pero rápido ejemplo:
Imaginad que
estáis viendo a un niño que se deleita inflando con una cánula una común pompa
de jabón.
Ésta por el efecto
del soplo se infla y a medida que el niño sopla, se dilata continuamente
agrandándose en sus extremidades tomando una forma más o menos ovalada; pero
imaginad lo que sucede cuando el niño, por un instante de tiempo, deja de
soplar la pompa de jabón ahora ya grande y demasiado ovalada: La pompa de jabón
se contrae para asumir la forma esférica mientras que toda la superficie está
obligada a moverse desordenadamente para adaptarse a un nuevo eje y por lo
tanto a un nuevo equilibrio.
Imaginad lo que
como ejemplo os he demostrado y, si podéis, sin terror sustituir la pompa de
jabón por nuestro mundo. Evidentemente querréis saber también como ocurre para
el mundo.
El Crecimiento o,
como queráis, el desarrollo del mundo es de naturaleza cosmológica y por tal
motivo no se puede demostrar tan simplemente como se puede imaginar. No
obstante las visiones que se eternizan en el espacio inmortal del Inmenso Mundo
Espiritual, han quedado más que nítidas en el Alma Transcendental de la
humanidad.
Los advenimientos
remotos no se disuelvan de ese Cuerpo que, aunque es invisible y en gran parte
incomprendido, permanece siempre impregnado de una capacidad conservadora más
potente y duradera de cuanto se pueda creer. orvalen@libero.it
Buscar las
testimonianzas suficientes para valorizar tales revelaciones, son esfuerzos
vanos para aquellos a los que la realidad se les escapa del espíritu. Y yo, no
nunca he huido del Orden Interior de la Conciencia Atávica, me he sentido
envuelto por aquellas misteriosas capacidades que me han dado el Amor de una
Verdad tan vasta como para superar incluso la incomprensible Palabra del
Silencio. Y es por esto que no ceso un solo momento de sentirme feliz y de
comprender y amar más que nada el Valor de la Vida.
Los Antepasados,
los Iniciadores del Camino de esta humanidad, conocieron el tiempo más grave de
la historia del mundo.
Ninguna criatura
nace de las vísceras de la Tierra y aquellos que fueron los primeros en ver el
mundo, no surgieron ni de las aguas ni de las vísceras de la Tierra, sino que
vinieron de un Mundo que hoy miramos con vigoroso Amor en lo alto del Cielo.
La naturaleza de
nuestro mundo es cosmogónica y sus leyes son de todo modo diferentes de
aquellas que gobiernan nuestro crecimiento, nuestro movimiento, nuestra
nutrición y nuestros sentimientos. Nosotros nos agitamos en nuestros
sufrimientos físicos y frecuentemente, después de los afanes que conlleva el
crecimiento, nos olvidamos fácilmente de aquello que hemos sufrido. Nos notamos
más altos, más gordos o más delgados, en suma, nos vemos diferentes.
El Crecimiento
aporta precisamente esto en nosotros y en todas las cosas que son animales.
Pues bien, también esta gran pompa que nosotros llamamos Mundo, sufre los
afanes del Crecimientos y no menos que nosotros se agita en las convulsiones de
su naturaleza cada vez que alcanza el Punto Crítico, su Ciclo Principal. La
idea de los efectos apocalípticos que se manifestaron en el pasado, cuando la
convulsión alcanzó el máximo de su emotividad es terrorífica, tan terrorífica
como para anular completamente nuestro miserable e insignificante orgullo.
La Deriva de los
Continentes no puede ya por más tiempo permanecer en secreto ni quedará como
secreto la Historia de la Atlántida, de MU, de CIÁ; Continentes desaparecidos
en el choque titánico de las Fuerzas de la Naturaleza en un movimiento
apocalíptico. orvalen@libero.it
Los espantosos,
terroríficos efectos no quedaron privados de historia y nuestro Ancestros se
cuidaron muy bien, y durante larguísimos milenios, de no volver al valle.
Los lamentos del
mundo, sus sufrimientos no tuvieron nuestro tiempo ni se disiparon tan
fácilmente. La espantosa contracción de toda la superficie del Globo provocó
efectos de indescriptible alcance, tal como para mutar radicalmente la posición
de los mares y los continentes.
El Eje sobre el
cual la Tierra rotó durante millones de años, se desplazó desde el Norte hacia
el Sur-Oeste (Himalaya, Asia) y desde el Sur hacia el Noreste (Altiplano
Boliviano, Suramérica).
Gran parte de
Continentes se volvieron un bloque homogéneo de corteza terriblemente retorcida
y comprimida por el titánico choque. Los mares en confuso movimiento saltaron y
cubrieron gran parte de la superficie terrestreorvalen@libero.it . Las zonas que mayormente
sufrieron el shock enorme y aterrador y las terroríficas compresiones quedaron
para el tiempo futuro como la efigie real del terrible caos apocalíptico.
Grandes montañas se formaron e inmensas tierras submarinas emergieron a la luz
del opaco sol.
Los Alpes, los
Montes Urales, los Alpes Escandinavos, los Altiplanos de Asia menos, de irán,
del Cáucaso hablan el mismo lenguaje mientras que nos dicen aún más las Altas
Montañas del Himalaya donde el choque tuvo sus más tremendos efectos, tales
como para reducir a trozos gran parte del vasto y poblado Continente CIÁ.
Quedó muy poco, y
las actuales Islas de Sonda, Filipinas, Borneo, Sumatra etc, etc, son todavía
hoy la imagen real del grande y civil Continente destruido. Pero no fueron
menos los grandes elevamientos que se verificaron en aquel trágico cataclismo
en las zonas de América del Sur, de América del Norte y de África.
Se nos muestran aún
hoy mudos, envueltos en una arcana fascinación que habla de misterio y de
terror. La gran y majestuosa Cordillera de los Andes a occidente y los
Altiplanos del Brasil a Oriente hablan el mudo observador del tiempo.
En Norte América,
el Altiplano de México, el Altiplano de Utah y las Montañas Rocosas se muestra
también todos ellos meticulosamente misteriosas, mientras que en África
Oriental, en el místico país del Ancestral rostro, las alturas de Etiopía, de
Kenia, de Tanganica están aún allí con todo el prestigio de sus fuerzas.
Y también al
Occidente de África tenemos el Altiplano de Bihe (Angola) del monte Camerún, de
la alta Atlántida al Noroeste y la Gran Atlántida. orvalen@libero.it
La masa ígnea del
Geoide, furiosamente turbada en su quietud, tuvo también esta su parte en las
formaciones montañosas y volcánicas por la enorme presión por esta ejercida en la entera extensión de
la Corteza Terrestre.
Pero el mundo, aún
diferente en el rostro y en los miembros, inicia el nuevo camino evolutivo
sobre el sendero de las Leyes Macrocósmicas del Universo. La aterrorizada
humanidad de entonces, diezmada por la indescriptible fuerza de la naturaleza,
golpeada sin poder darse cuenta, por un látigo apocalíptico de una portada
catastrófica excepcional, comenzó el duro camino de la sobrevivencia,
consciente interiormente de una historia que nunca el mundo y las generaciones
futuras podían eliminar del espíritu.
El camino se
vuelve más duro que nunca porque el Geoide en asentamiento todavía agitaba sus
miembros, unas veces erizándose y otras extendiendo su dura epidermis. El mundo
iniciaba su nuevo camino rotando alrededor del nuevo eje. El nuevo equilibrio
le permitía comenzar, aunque lentamente, el efecto de la dilatación. Su
esfericidad desaparecía ensanchándose el centro. Las aguas, que en un primer
tiempo, estaban contenidas y fueron obligadas a invadir y sumergir gran parte
de la corteza terrestre, se escapaban cada vez más retirándose. La extensión se
verificaba de manera muy racional. Las masas de las inmensas zonas de tierra que
se volvieron una homogeneidad confusa y retorcida, por los efectos de las
mutuas compresiones, se extendían también ellas separándose y creando así
enormes vorágines y valles.
Las aguas se
precipitaban hacia los lugares más bajos dejando de tal modo las zonas más
elevadas.
De este modo,
mientras todo se asentaba y mientras cada cosa retomaba el nuevo camino, una
nueva amenaza se perfilaba en el horizonteorvalen@libero.it . Los nuevos Continentes que durante
millones de años portaban el gravitante y pesado tapete blanco de los
glaciares, emigrados hacia el Ecuador por el efecto del desplazamiento del eje
terrestre, comenzaron a despojarse de la pesada carga. El cambio de temperatura
no consentía ya más la posibilidad de vida de los glaciares. Se verificó
entonces una nueva catástrofe. Los Glaciares comenzaron a licuarse abriéndose
camino a lo largo de las pendientes y las costas, trazando vastos conductos
naturales (Morenas), formando lagos y provocando una terrible inundación.
Fue precisamente
como un gran diluvio desenfrenado y amenazante. Mientras todo esto ocurría en
los continentes emigrados hacia el Ecuador, otra suerte se delineó para
aquellos mares y continentes que por el mismo efecto se hallaron bajo los
casquetes polares: El frío y cándido hielo los agarró quien sabe por cuanto
tiempo, en un abrazo gélido.
Mientras el Geoide
se dirigía cada vez más hacia la normalización, mientras el alba de la nueva
humanidad tenía inicio con los sobrevivientes de la catástrofe en las más altas
montañas del mundo, en inmensas cavernas, con la extrema esperanza de
sobrevivir.
Al tiempo,
mientras cada cosa volvía al orden superior de reasentamiento sobre el nuevo
rostro del mundo, los supervivientes de las diferentes razas que sobrevivieron
al Apocalipsis, comenzaron extenuantes y largas emigraciones desde las zonas
que les permitieron vivir, peregrinando entre las entrañas de la naturaleza
vuelta nuevamente primitiva y selvática.
En sus rostros y
en sus ojos permaneció viva la imagen del terror, mientras apenas afloraban en
sus mentes los queridos recuerdos de un feliz pasado en las zonas floridas de
un Paraíso terrenal perdido.
Los huidos del
Gran Continente MU-Tolteca, los hombres de piel color Rojo oscuro, vigorosos en
el arte y en la ciencia, debieron también ellos decir adiós a aquel retorcido
rincón de la adorada tierra ahora ya agonizante y destinada a desaparecer por
el inexorable hundimiento de sus bases en gran parte estampadas por el gran
choque.
El Océano Pacífico
Sur y Central había ahora extendido su imperioso dominio. Así comenzaron el
éxodo, empujándose hacia las costas occidentales de América del Sur y Central
(Cordillera de los Andes al sur, Altiplano de México en el centro).
Los supervivientes
de la piel de color Oro sin embargo, considerando imposible de sobrevivir por
la opresiva formación de los glaciares, comenzaron el éxodo hacia el Sur
abandonando a la dura suerte aquellas inmensas tierra llenas de afectos, de
alegría y dolores, (Groenlandia, Islandia, Tierra de Bafin y las Islas
limítrofes), entonces formando parte de un único bloque con las actual Gran
Isla. Sus metas fueron las zonas de Labrador, Terranova, Escocia mientras otros
grupos se dirigieron hacia las extremas Costas Orientales; entonces integradas
a las actuales Costas Escandinavas y hacia las altura de los Alpes Escandinavos
y de la Gran Bretaña del Norte, en aquellos tiempos unida a América
Septentrional con Terranova.
Los sobrevivientes
de la piel color Bronce, del gran Continente Africano permanecieron sin embargo
atrincherados en las zonas más altas, sobre sus tierra que el cataclismo había
desfigurado menos que las demás.
Las actuales
regiones de Guinea septentrional y meridional a occidente, y los actuales
Etiopía-Kenia, Tanganica, Mozambique, Madagascar e islas de alrededor en
aquellos tiempos formantes parte de un único bloque con África y Australia,
fueron sus metas, consideradas más seguras para la supervivencia de sus
criaturas.
Y por último la
raza de piel color Mimosa, la más golpeada por la desventura, debió buscar
refugio en el interior de aquellas nuevas tierras que salieron de los casquetes
polares del Norte, hallando la seguridad en las inmensas alturas. Abandonaban
así aquel poco que quedó del Gran Continente CIA y que los salvó del furioso,
tremendo golpe (actuales islas Filipina, Borneo e islas circunstantes, China
oriental y Japón y las islas de alrededor que entonces estaban unidas). El
Tíbet y las alturas de China fueron sus metas, mientras que otros se adentraron
hacia las tierras del Himalaya.
El Geoide había
tomado su normal rotación alrededor del nuevo eje, manifestando la
normalización completa del equilibrio de su masa. Pasaron milenios y milenios.
Recomenzaba así el
SÉPTIMO DESARROLLO de su vida. orvalen@libero.it
Los pueblos
crecían y si en un primer momento se mostraban reacios a dejar las grandes
alturas donde sus Antepasados hallaron refugio y salvación transmitiendo de
generación en generación la terrorífica historia de los advenimientos
apocalípticos, las necesidades de dirigirse hacia otros lugares obligaron a los
más audaces a descender a los valles, que las aguas habían dejado en gran parte
libres. Algunos se dirigieron hasta
alcanzar las orillas del mar. Las noticias de mejores lugares climáticos y de
abundante riqueza vegetal y animal llamaron la atención de todos y olvidando
aquellas ancestrales tradiciones, abandonaron las altas montañas para construir
una mejor vida en los ricos valles de la tierra.
Así tubo comienzo
el PERÍODO PRELEMURIANO que marcó para la naciente nueva humanidad el
regreso a los Principios Generales que
debían luego a través de milenios y milenios alcanzar el nivel de nuestros
tiempos.
El PERÍODO
PRELEMURIANO selló una característica arquitectura mastodóntica. El temor todavía
estimuló un atávico recuerdo. En ellos todavía no se apagó la escena apocalíptica
y construyeron las grandes ciudades protegidas por enormes murallas y por
Ídolos igualmente mastodónticos como para querer protegerse de lo que pudiera
suceder de negativos advenimientos.
Los Pueblos de
piel color Rojo oscuro se extendían cada vez más hacia las costas de América
del Sur-Oriental y Sur-Occidental mientras que la Raza de piel color Oro movían
el paso hacia Europa Central y Occidental, otros grupos hacia América
Septentrional y Oriental. También el pueblo de piel color Bronce y los de color
Mimosa se extendió hacia los varios territorios circunstantes de las alturas.
Mientras tanto el
Geoide se había completamente asentado, pero no del todo. La Nueva Humanidad
ahora ya muy distante de los antiguos días movía sus primeros pasos hacia la
floreciente civilización; pero he aquí, que un nuevo huracán avanza, la lenta
pero inexorable DILATACIÓN DEL GEOIDE debía aún crear desastres y
accidentes. Las grandes zonas de tierra que unían América del Sur a África y
sobre las cuales se habían encontrado por primera vez el pueblo negro con el
pueblo rojo, comenzaron a dar signos de inestabilidad y de agrietamiento.
En períodos
separados unos de otros, se verificaron enormes explosiones con aperturas de
enormes abismos; las aguas hallaron libre ingreso y penetraban a través de las
nuevas hendiduras formando grandes quebradas, listas para saltar adelante de
nuevo. Parecía que las islas se movieran de su lugar. orvalen@libero.it
El extrema franja
de América del Sur abandonaba África, dejando libertad de penetrar a las aguas
en las cada vez más profundas hendiduras amenazando seriamente a las islas de
ser sumergidas.
Las poblaciones
tomando una suerte peor, abandonaron las zonas de tierra vueltas ahora ya
pequeñas y peligrosas refugiándose en las costas de África y en las costas
Sudamericanas en busca de seguridad. Ya entonces el tiempo había marcado cada
cosa, y a través de miles de años, lo que debía suceder sucedería: LA DERIVA
DE LOS CONTINENTES, que aunque lentamente, ocurrían inexorablemente.
Los pueblos se volvieron cada vez más
numerosos y las necesidades de descubrir nuevas tierras hizo aventureros a los
hombres más fuertes.
Los huidos de las
Islas de Lemuria, dirigiéndose hacia el Norte, bordearon en parte África y en parte América
del Sur, conocieron y se unieron a otra gente avanzada en el arte y en la
ciencia.
La unión de la
Raza de piel color Rojo oscuro con aquella de la piel color Bronce dio vida a
una nueva raza, llamada RAZA LEMURIA.
En tanto, América
Meridional se había separado de África en su extremo Sur (actual Tierra del
Fuego) hasta las grandes alturas de Angola (África) permaneciendo aún unida a
las tierras de Brasil y el actual Congo Francés, Venezuela y la Guyana (América
del Sur), con las tierras de Senegal, de la Guyana francesa, Liberia, Costa del
Oro y Nigeria (África). orvalen@libero.it
Las pequeñas islas
Lemurianas desaparecían siempre bajo las aguas. Las vorágines se volvían cada
vez más abiertas y más profundas mientras las aguas irrumpían copiosas e
impetuosas desde el Sur hacia el Norte.
Pasaron miles de
años y los pueblos de piel Oro se habían aventurado cada vez más hacia el Sur
penetrando en las ilimitadas y desconocidas tierras de la Alta Atlántida
(actualmente el Océano Atlántico del Norte).
Otro tanto hicieron los hombres de la Nueva Raza, hijos
de los Lemurianos, que eran fuertes y valerosos. Estos fueron más grandes en
ciencia y en arte y su piel no era ni negra ni roja oscura, sino, piel COLOR
COBRE.
Estos procedentes
de América Central y Meridional, se dirigían hacia el Nor-Oeste, invadiendo
también ellos las inmensas praderas desconocidas de la Atlántida Central (hoy
Océano Atlántico central). Los pueblos se desplazaban rápidamente con la
esperanza de hallar mejor fortuna. Desde el actual México, Honduras, Nicaragua,
Costa Rica, Venezuela, Guyana, Brasil multitudes de pioneros partían hacia la
aventura.
De este modo los
primeros hombres de piel color Cobre alcanzaron África explorando una gran
franja de tierra del Continente Atlantídeo.
Alcanzaron las
Costa de África (Río del Oro y Marruecos) hasta tocar las costas de Angola
bañadas por el creciente Mar Atlantídeo.orvalen@libero.it Pero aún quedaban inmensas llanuras de
tierra riquísima en vegetación, estando esta compuesta por valles profundos que
desde el Sur iban hacia el centro hacia la actual Terranova, Inglaterra, zonas
primitivas de los pueblos de piel color Oro.
Más hacia el Norte
la gélida Groenlandia aún unida a las tierras del Alto Canadá y de
Escandinavia, hacía de dique natural de las concentradas aguas del Norte. En la
medida que los pioneros del pueblo Rubio se adentraban hacia el Sur y hacia el
Norte de Europa, aquellos de piel color Bronce se extendían siempre más en
todas direcciones de la Gran Atlántida dirigiéndose hacia el Noroeste.
Aquella inmensa
tierra, la más rica de todas las tierras del mundo sobre la que pesaba un
trágico destino, fue la meta de encuentros entre dos razas desconocidas: La
RUBIA y la COBRIZA.
Ocurrieron
tumultos, guerras, sumisiones. orvalen@libero.it
Pero un GRAN SER
surgía del encuentro entre las dos Razas: “EL ATLANTÍDEO”; Físico robusto,
Color Rosado Obscuro, Alto, de aguda inteligencia y de Capacidades Asombrosas:
Había nacido el REY DE REYES en un nuevo Paraíso Terrestre. Del surgimiento
de esta Nueva Raza nace la más potente generación que la humanidad recuerde.
Cuanto digo que os
parecerá una fábula y yo deseo que así permanezca ante vuestros razonamientos.
Durante el PERÍODO
PRE-ATLANTÍDEO numerosos medios provenientes del Cielo Astral se posaron sobre
algunas alturas.
Tenían forma de
Huevo Luminoso y con capacidades excepcionales. Poseían Virtudes mágicas y se
llamaban “HIJOS DEL SOL”.
Fueron estos lo
que instruyeron en el Arte Divino a los Atlantídeos y fueron Ellos los que
volvieron potente a aquel pueblo.
El Gran Maestro
así se expresa:
“De las Lejanas Vías del Cielo
se desplazaron Espíritu Elegidos y, dencendidos sobre los montes de la
Atlántida, llevaron sobre la Tierra la Sabiduría del Eterno Padre de todos los
Cielos.
En Ellos estaba el Paraíso, en
Ellos se reflejaba el Orden Universal, en Ellos era abundante la Gran
Conciencia de la Primera Semilla de todas las Consciencia visibles e
invisibles. Ellos fueron la Mano Benigna de la Luz Divina y por medio suyo,
DIOS operó desde el Gran Logos que emana la Linfa de la Vida, de la Razón del
Bien Infinito. Estos fueron llamados “Dioses Solares” y en su homenaje el
pueblo adoró a su primer verdadero dios: El Universo, la Gran Conciencia que
crea con Su Eterno Amor y que ilumina los senderos infinitos de los Siete
Cielos”.
El tiempo se
perdía en el infinito, cientos de millones de anos transcurrieron desde la
primera alba de la humanidad en este mundo. Ya nadie estaba en grado de
recordar la pasada generación. Pero estaban en aquel tiempo Atlantídeo, Hombres
de belleza Divina, venidos de un mundo lejano con Discos Voladores Encendidos,
semejantes al Astro Solar.
Éstos edificaron
el REINO DE DIOS sobre la tierra concediendo al fuerte pueblo Atlantídeo una
Sabiduría capaz de alcanzar las más altas metas del desarrollo espiritual y
material. Fueron Ellos los Seres Humanos Divinos de dulcísima mirada, Maestros
del Arte Universal, conocedores de la Ciencia Profunda, Maestros en el Arte de
lo visible y de lo invisible.
Éstos fueron
adorados como Dioses Solares y por ellos de edificaron templos de maravillosa
belleza.
Los Atlantídeos
estuvieron bajo el amaestramiento de estas divinidades venidas del espacio
profundo de los cielos y en breve tiempo gran parte de aquel pueblo se volvió
el más potente y el más rico de la Tierra.
El secretismo de
las más apreciadas iniciaciones fue reservado a aquellos que debían luego
volverse los herederos de las Virtudes Celestiales.
Este PRIMER
PERÍODO que duró miles de miles de años fue caracterizado por los eventos
grandiosos. La ciencia, el arte y el comercio tuvieron un gran desarrollo floreciente,
mientras que la ética de este pueblo alcanzaba metas tan altas como para ser
comparadas a la ética perfecta del Espíritu.
Grandes Metrópolis
nacían por todas partes con delineaciones de incomparable belleza de arte
vueltas admirables por la finuras en oro fundido, que los Divinos habían
construido con gran facilidad con su Arte Atávico.
Una de estas
Grandes Ciudades surgía en una altura plana al Norte-Este de la actual isla
“Cabo Verde”. En un collado de esta Gran Metrópolis se mostraba majestuoso el
más grande y más rico Tempo de todos los siglos.
Todo de oro,
estaba rodeado de jardines inmensos y olorosos y por miles de otras bellezas.
Residencia del
Jefe Espiritual del gran pueblo Atlantídeo, fue la meta de aquellos que
tuvieron la fortuna de aprender con Amor la CORDURA DIVINA y los
Amaestramientos de Su Gran Obra.
Las numerosas
caravanas iban y venían partiendo ya sea desde las costas Africanas tanto como
de las Costa Americanas. El comercio se extendió incluso hasta la baja Europa
Sur-Occidental (actual Portugal, Francia, Alemania).
El Paraíso de Dios
en aquel tempo estaba asentado sobre la Tierra.
Una Gran Colonia
fuerte y próspera se desplazó hacia Oriente edificando una Gran Metrópolis en
el bajo Nilo (actual Egipto) haciendo de estas tierras zonas riquísimas,
aumentando cada vez más sus dominio hacia las vasta y desiertas llanuras del
Alto Egipto y del África Sur-Oriental y Sud-Occidental. En esta última zona se
edificó El Templo de la Tres Puertas de Oro, llamado también El Templo de la
Sabiduría. orvalen@libero.it
El desarrollo de
las Cualidades Psíquicas de aquel pueblo se volvió tan potente como para atribuirse las facultades
más amplias de la Potencia Espiritual. El constante Equilibrio
Espiritual-Corporal fue una educación asidua y supervisada por aquel pueblo
ahora ya en el ápice de la evolución.
La ciencia de la
Alquimia, de exclusivo dominio de la Casta Sacerdotal de los Dioses Solares,
permaneció en secreto para el pueblo, y aún hoy los hombres se afanan vanamente
para volver esta Arte privada de Misterio.
En aquel Primer
Período del Imperio Atlantídeo tuvo un radiante, pacífico y próspero
desarrollo.
Sin embargo al
final del Primer Período debía marcarse por un fatal advenimiento que el
tiempo había poco a poco madurado; de nuevo otra vez la superficie terrestre
comenzó a temblar abriendo enormes abismos; de nuevo otra vez África y América
sufrían un nuevo desgarro de alejamiento.
Duró mucho tiempo
la trágica aunque lenta deriva de las dos inmensa zonas de tierra. Los
vorágines se volvían cada vez mayores, tanto como para permitir cada vez más a
las aguas de penetrar y de extender sus dominios.orvalen@libero.it Las partes más bajos de
aquella tierra fueron invadidas por las aguas. El Sur de aquel Gran Continente
se volvía un grupo de grande islas rodeadas por la prepotencia de las aguas en
continuo acecho. Tales sucesos que marcaron el Final del Primer Período
Atlantídeo y el comienzo del Segundo Período, lanzó la confusión y la
desesperación en aquel Paraíso que los hombres habían construido.
Muchos fueron
aquellos que previendo lo peor se refugiaron hacia las costas de África
Oriental, volviéndose, por fuerza, presas del pueblo de la piel color Bronce y
sometidos a sus costumbres muy variadas y extrañas.
POSEIDÓN se
resistió tenazmente a la creciente y continuada involución de los animales en
presencia de exhibiciones sexuales, que ahora ya habían corrompido gran parte
de aquel pueblo, extendiéndose rápidamente hacia el Centro y hacia el Norte.
Sectas secretas
nacían por todas partes teniendo como jefes a mujeres sin escrúpulos en la
moral ni en el cuerpo, enganchando al ingenuo y puro elemento que por mera
aventura entraba en contacto con estas sectas.
La intervención de
los Iniciados no valió para destroncar la ahora ya monstruosa degeneración
físico-sensitiva.
Luchas
sanguinarias se sucedieron a lo largo del tiempo poniendo bajo el látigo de la
destrucción a aquel cálido lecho que los Antepasados llamaron: PARAÍSO
TERRESTRE.
Pero la Gran
Voluntad del Viejo Anciano de los antiguos días dio al mundo la iniciativa de
poner fin al aumento continuo de los tremendos vicios degenerativos. Ocurrió
que la Gran Groenlandia, entonces unida a los actuales Continentes
Nororientales (Escandinavia) y Nor-occidentales (Alto Canadá) barrera natural a
las contenidas aguas del Norte, comenzó a dar signos de movimiento causando
inmensos abismos siempre más amplio por el continuo movimiento migratorio. El
agua, halló el modo de canalizarse a través de aquellas profundas hendiduras, y
se precipitó hacia el Sur provocando las inundaciones de la Alta Atlántida y
hundió gran parte de aquel territorio, por su naturaleza mucho más baja
respecto al nivel de las aguas nórdicas.
Groenlandia abrió
las puertas y como esta iba a la deriva, las furiosas aguas incansables
invadían cada vez más el Continente rejuntándose con las aguas del Sur.
De la Atlántida no
quedaban más que pocas islas aquí y allá esparcidas en el inmenso actual Océano
Atlántico. Muchos perecieron y muchos otros huyeron del fatal destino. Ahora ya
el mar se había vuelto el dueño de la tierra más rica del globo. Pasaron
todavía miles de años y la Gran Isla del Sol, POSEIDÓN, fuerte e incansable en
la Obra del Espíritu y de la Cordura Divina, brillaba más que nunca como
queriendo decir a los hombres perdidos que Dios, en ira por la obra nefasta que
habían emprendido, había permitido a las Fuerzas de la Materia y de los
Elementos de obrar destrucción y muerte.
Muchos fueron las
ovejitas descarriadas que volvieron nuevamente al Arte de la Paz y del
Espíritu. Pero el arte de la guerra había embrutecido a un gran número de
hombres que ahora ya privados del sensato amor hacia el prójimo afilaban las
armas en las alturas de las costa americanas del Sur a la caza de delirios
contrarios y sanguinarios.orvalen@libero.it Los ataques continuo y salvajes sometieron a sus
leyes sanguinarias, gran parte de aquel pueblo que había vuelto a las Leyes
Atávicas de los ancestrales Maestro llegados desde el Cielo.
Pero la lucha,
aunque tremenda, fue contenida durante muchísimos años más allá de la Gran Isla
de Poseidón, Isla Sagrada en donde el Templo en oro-fundido resplandecía como
un Sol centelleante. El tiempo fue adverso y las orgías salvajes y embrutecidas
del arte de la guerra obligaron a la entrega a los que quedaron del ahora ya
diezmado pueblo Atlantídeo.
Muchos fueron
hacia Oriente (actual Egipto) llevando
con ellos la historia inmortal del mundo y de los más excelsos Conocimientos
del Arte Divino del Espíritu.
Los invasores,
habiendo ocupado las islas, instituyeron templo de sangre y de horror persiguiendo
a aquellos que quisieron, a cuenta del supremo sacrificio, gritar todavía su fe
en el Arte Celestial. Al mismo tiempo, también los morenos y algunas tribus
rubias, establecieron alianza con los conquistadores de las islas.
Las orgías se
realizaban en el flash lujurioso de incontenible bajeza, edificando la más
pobre de todas la involuciones de todos los tiempos. Los fugitivos que tuvieron
como meta las grandes extensiones del Nilo, hallaron a sus hermanos ahora ya,
desde hace tiempo, patrones de aquella tierra, y tuvieron asilo y juntos
instauraron los Grandes Principios que la suerte contraria había puesto a duras
pruebas. Se volvieron potentes y, en esta ocasión, armados y vigilantes ante
eventuales iniciativas de los ahora ya enemigos.
Las islas
conquistadas se volvieron meras comitivas de sanguinarios y de seres impulsivos
y salvajes. El delirio del sexo, de la lujuria, de la materialidad y del
sensualismo drogado, habían vuelto débil cada una de sus iniciativas
tambaleándose como locos en sus propias amarguras.
Numerosos
Iniciados intentaron, a costa de sus vidas, convertirlos pero inútilmente,
ahora ya el fango los había cubierto y abrumado.
En este período yo
nací de una familia iniciática, masacrada por una turba de fanáticos asesinos.
Tuve acogida, aún siendo niño, en un secta secretísima, donde crecí amaestrado
por el Verbo más dulce de los Maestros de mirada dulcísima.
Un Profeta, que
así lo parecía pero, en verdad era un Divino del Sagrado Consejo de los Cielos,
había dicho:
“¡Despertad!
¡Despertad! El Paraíso
sobre la Tierra por vuestra culpa se ha perdido”.
Ninguno lo creyó y
cuando lo sacrificaron en una de las más terribles torturas, sin que Él muriera
aún teniendo el cerebro fuera del cráneo... la Tierra tembló y el Cielo se
oscureció en un huracán aterrador.
El tiempo ahora ya
había marcado el final.
Y advino como un
relámpago. Las islas, por lo que yo sé, se hundieron sumergiendo a millones de
seres, reos por haber con su inaudita falta de escrúpulos desobedecido a Aquel
que sobre la Tierra se dignó de dar rostro, respiro y la linfa del Orden y del
Amor imperecedero y eterno de los Cielos.
Así tuvo el final
la gran y potente reino de los Atlantídeos que la historia ha escondido en el
abismo del tiempo y en las alas del espacio donde el hombre toca con su alma,
con su inteligencia y con su amor un pasado, que aunque lo ignora le pertenece. orvalen@libero.it
EL RENACIDO
En Verdad, en Verdad os digo:
En el tiempo pasado está mi
futuro, porque es cierto que en el tiempo futuro está mi pasado.
En verdad, yo digo aún:
Lo que en el tiempo fue, en el
tiempo es y será.
“Luego vi, cuando
abrí el Sexto Sello: Y eh aquí que hubo un gran terremoto, y el Sol se volvió
negro como un saco de pelo y la Luna se volvió como la sangre.
Y las Estrellas
del Cielo cayeron a la Tierra, como cuando la higuera agitada por un gran
viento, se deja caer sus higos.
Y el cielo se
retiró como un libro conmovido, y toda montaña e isla fueron removidas de sus
lugares”.
Y en Verdad, en Verdad os digo:
Yo Eugenio, hombre que fue y que es en el tiempo de vuestra generación, en
Verdad os digo: Que las montañas, y las islas fueron removidas de sus lugares
incluso en el tiempo en el cual, Él Juan, lo describió como futuro que tendría
que llegar en el tiempo de otras generaciones.
En verdad sucedió que las
montañas y las Islas fueron removidas de sus sitios y con ellas inmensas
tierras navegaron como conchas en la inmensidad del furioso mar. Muchas tierras
fueron sacudidas y otras devoradas por los abismos profundos de los océanos. Un
continente se estrellaba con el otro como una hoja de papel tierna y similar a
una ramita a la deriva por el furioso viento;
ahora entraban en el mar y ahora salían de él a la luz. Otras no volvían
ya más ante los ojos de los futuros.
Y yo vi por Voluntad de Dios,
porque yo fui en aquel tiempo como ahora soy, hombre, y vi a vista directa lo
que aquí os cuento.
Entonces yo era un muchacho y
ha pasado tanto tiempo que incluso me parece un largo sueño. Sin embargo, es
tan real lo que ocurrió y vi que, volviendo al tiempo ahora ya remoto de hace
12.000 años, encuentro las mismas cosas de hoy, cuando el rostro del mundo era
otro y diferentes eran las cosas y las conductas de los hombres.
Aquello que mis ojos vieron, lo
recuerdo ahora que yo tengo 33 años: Y yo vi aquello que mi alma conserva y que
os narro porque el tiempo está cercano.
Pues entonces el tiempo que
dista de este alrededor de doce mil años, cuando los templos y los nidos de los
hombres eran lechos ricos de flores y de olores y toda cosa quería ser como la
Eterna Música de los Cielos.
El Sol resplandecía como nunca
lo hizo, y su luz penetraba en cada esquina remota de la Tierra. El murmullo
del viento era dulce, y suave como una caricia de los Ángeles se posaba por
todas partes dulce y cálido. De un extremo a otro de la Tierra, la voz suave de
las almas felices vibraba en el espacio como un dulce encanto desde el alba
hasta el atardecer; y los pajarillos, sin miedo y con alegres trinos, volaban
alrededor de los hombres y de las cosas aún más alegres y más felices. La
música adornaba de gracia las almas arrebatadas por el Puro Amor y en todo
corazón yacía mórbida la Bondad y la Dulzura del Espíritu. La noche no parecía
noche y en toda Alma no dormía por la Belleza que les rodeaba. Y el verde de
los campos y todas las cosas que en el seno de la naturaleza estaban tenían una
extraña belleza.
Las caravanas, gentes alegres,
iban hacia allá o regresaban con el corazón lleno de viva esperanza. Era aquel
el Tiempo del Espíritu y de la Cordura. Y yo bien lo recuerdo, nunca las
personas conocieron afanes, ni tristeza que ensombrecieran los pensamientos de
los hombres. orvalen@libero.it
Advino luego de que la humana
gente se inflamara de orgullo y de que la creación fuera turbada sí como para
volver la dulzura de la vida y del corazón tan amargos y se convirtieron en
algo común como una sólida columna. Advino también que la Dulce Voz del Alma ya
no era como lo fue antes y de una parte a otra de la Tierra ya no resonaba más
el canto alegre de la felicidad de la humana gente. En el corazón de los
hombres el Amor hacia el Espíritu de Dios se volvió tenue, y tristeza y afanes
penetraban cruelmente en el corazón de las personas.
Muchos como presas de las
llamas del orgullo y del odio practicaban maléficos acuerdos con Reyes y
Sacerdotes; y tanto los unos como los otros se impregnaron de maléfica arte y
elevaron templos con figuras de oro y de piedra extraña, golpeando así a la
vista y quitando y negando la Alegría del Espíritu. La obra del mal había en
muchos de ellos magullado el Amor y la Cordura hacia las cosas del Espíritu,
anteponiendo al Bien el mal del odio y del orgullo.
Ocurrió que el hermano alimentó
odio hacia el otro hermano y que el padre alimentara odio hacia los hijos. Cada
uno buscaba de golpear al otro con la misma crueldad. El mal y el tormento desgastaban lentamente lo bueno y lo feliz de
sus Almas, y muchos de éstos cayeron completamente en los pecados más graves,
demoliendo y menoscabando aquello que Dios había tan enormemente prodigado y
con tanto Amor donado.
Pasaron así muchos años; y las
maldades se multiplicaron vertiginosamente en el corazón de los hombres. Dios
no era ya más feliz, y Su Tristeza era profunda por la obra que los hombres
habían iniciado. No se vieron ya más caravanas de hombres llenos de esperanza
en el corazón, sino columnas interminables de seres embrutecidos y malvados,
atados a las enseñanzas y a la orden de los Reyes y los Sacerdotes. Ya no había
la Paz; y para pocos únicamente el Tiempo de los Padres y de los Antepasados se
volvió un mito de gran esperanza en el tiempo.
Yo crecí y comprendía muy bien
todas las cosas que aquí os cuento.
Un día ocurrió que yo miraba a
un hombre anciano y barbudo que, hablando a las turbas en multitud reunidas
entorno suyo, decía:
“Así fue, así es y
así será hasta la Séptima Generación; y esta es la Quinta de las Siete”.
Así decía él que yo miraba con
ojos atentos y con mente despierta. Y él aún dijo:
“Pasará el tiempo,
y pasará infeliz hasta cuando El Hombre Eterno venga desde los Cielos, como
sucedió antes de que nacieran los Padres, para juzgar las culpas cometidas por
ellos. Lo que sucede ahora, todavía deberá suceder dos veces más sobre esta
Tierra; la última será la Séptima vez”.
Y continuaba diciendo:
“Siete veces cada
hombre vendrá sobre la Tierra y él no recordará nunca de haber nacido antes y
de haber renacido después; y esto durante siete veces”.
Y él hablaba así, mientras mi
Alma ardía de Verdad y de profunda admiración. Y Él aún dijo a las turbas:
“Siete son las
Generación que durarán y que deberán acabar sobre esta Tierra; y vosotros sois
la Quinta Generación. Siete son las Escrituras del Cielo y cada Generación
tiene una por Querer de Dios. Esta vuestra es la Quinta, y deberá finalizar. La
Séptima será la última prueba, luego llegará el Juicio Final”.
De este modo Él hablaba a
aquellos que habían perdido la Paz en el Alma. Y dijo todavía:
“Vosotros sois la
Quinta, y la Semilla de la Sexta nacerá de vuestro final. Así está marcado en
el Gran Libro de los Cielos. Y entonces sucederá que el Hombre Eterno,
Dios, vendrá sobre la Tierra como un Sol
resplandeciente del Cielo para mostraros a vosotros la Gloria Suya y la
Potencia de Su Reino, que es Reino del Espíritu Eterno. Muchos de vosotros,
vueltos fuerzas del mal, sentirán terror y aún así no se modificarán, ni
volverán atrás en sus propósitos, ni se arrepentirán los recién nacidos, porque
la maléfica arte de los padres permanecerá incluso en el semen. Pocos, en
verdad serán aquellos que regresaran a los Quereres del Espíritu; y éstos únicamente
se salvarán en el Alma y en el Cuerpo. Éstos serán guiados allá, hacia Oriente,
donde la tierra permanecerá fuera de la furia de las aguas e inmunes de los
desastres, y éstos incluso procederán hacia la Recta Vía, elevando tabernáculos
y templos a la Gloria y a la Potencia de Dios”.
Y yo escuchaba con el corazón
abierto lo que Él decía a las turbas inquietas y amenazantes.
Sucedió que Él no fue creído,
como hombre similar a los demás; e incapaces de advertir en sus corazones la
fuerza de la piedad éstos sentenciaron en secreto lo que operarían en Aquel que
había predicho tal fatal destino a causa de sus pecados, por el Querer de Dios,
predicando sin temor alguno.
Las turbas animadas por
malvados propósitos y mal aconsejadas, lo sacaron del lugar donde Él estaba y
lo llevaron a parte a la fuerza.
Mi corazón ardía de Amor por
Él, y yo era en cambio joven, sin embargo amaba las cuerdas palabras que Él
había con tanto sentido dicho.
Ocurrió que lo llevaron a un
campo donde las flores estaban abiertas al sol cálido y reluciente, y allí
comenzaron a practicar lo que en secreto habían determinado.
Él no demostró impaciencia, ni
la Cordura en el Alma y del corazón se agitaron, no hizo ningún signo de
rebelión; ni sus ojos, similares a las estrellas, se dilataron por el miedo. Es
más, quiso añadir a aquello que dijo alguna palabras, y entonces dijo:
“Llegará el tiempo
en el que yo me sentaré entre los Siete Jueces del Cielo, con el Querer del
Dios, y desde allá leeré punto por punto vuestras culpas y tal será el juicio:
Que vuestra raíz permanecerá sobre la tierra y que lo que habéis pensado de
practicar sobre mi cuerpo venga practicado a aquellos que de vuestra raíz
vendrán al mundo hasta el tiempo que Dios lo quiera, con igual fuerza y medida.
Arrepentiros, por tanto; ya que aún estáis a tiempo”.
Pero las muchedumbres
enfurecidas y mal aconsejadas no quisieron frenar el malvado instinto del mal.
Y lo que yo vi, después de que
Él acabara de hablar, fue tan cruel que mis ojos quedaron como piedra en el mar. orvalen@libero.it
Vi hombres buscar en el cerebro
del Sabio aquello que tan negativo decía para ellos. Y buscaron, buscaron sin
hallar aquello que ellos habían pensado que fuera.
Y el Sabio Hombre, aun sin
aquello que el hombre debe tener por fuerza, estaba como antes, más aún más
vivo que aquellos que estaban alrededor para realizar el delito.
Tanto que al verlo, aquellos
que primeros habían operado, se volvieron irreconocibles, ya que no hablaban
tal como era normal hablar, sino más bien hablaban como insensatos y privados
de conciencia; y sus ojos giraban de un punto a otro rápidos como el viento.
Sucedió que el Sabio Hombre,
aún estando como estaba, dijo aún:
“Habéis visto
aquello que a los mortales no les está concedido de ver en vida y en el futuro
del tiempo. Tal cosa operará Dios en vosotros y en aquellos que germinarán de
vuestra raíz. Y sin embargo no sabréis jamás, ni conoceréis, porque Dios así
querrá que sea”.
Y después de haber dicho esto,
así tal como estaba, se dirigió como un hombre que tiene todo lo que la Madre
da a su propia criatura. En cambio no era así; ya que el cerebro Él no lo
tenía.
Viendo esto sucedió una
turbación en todos aquellos que observaban tal extraña bravura del Sabio
Hombre. Yo también como ellos, me turbé; pero yo ya lo estaba antes, porque en
el Alma mía sentía arder la Verdad de sus Palabras.
Y advino que yo solo lo seguí.
Y otros, todavía aterrorizados, se apartaron, yendo el la dirección opuesta.
Sin embargo, cuando Él me vio, no se detuvo, es más con amoroso cuidado se paró
y dijo: “Ven, pequeño mío, porque en ti está lo que está en mi”.
A penas dijo esto, los ojos, el
corazón y el alma mía sintieron una gran calor y todo mi cuerpo ardía como el
fuego. Y Él, aún más cercano a mí, dijo:
“No sientas
repulsión por lo que has visto, porque lo que tú sientes en tu alma Dios ya lo
ha sentido mucho antes; y ÉL dará el mismo dolor”.
Y yo aún tembloroso de piedad,
le pregunté: ¿Quién eres tú que mi ánimo creas tanto vacía de dolor y de tristeza? Y Él así contestó:
“Yo estoy Hecho de Dios y por Su Voluntad he
venido sobre la tierra. Yo no tengo nombre y no soy como tú eres; y aún así tú,
pequeño mío, posees lo que yo poseo por Querer del Espíritu Santo. Lo que tú
sientes en tu frágil pero Gran Conciencia es AQUEL que reina eternamente en los
Cielos, allá donde tus ojos no podrían ver”.
Y Él, tal como un padre enseña
a los hijos, continuaba:
“Hay un lugar en
donde la noche es día y el día esplendor; y en un tiempo no lejano tu vendrás
allí, y allá verás Aquel que tus ojos ven”.
Y continuando decía todavía con
amoroso aliento:
“En aquel día los
Ángeles cantarán todos a coro, y tu vendrás por la vía que a mi te conduce,
donde permaneceré por los siglos de los siglos, hasta el Juicio del Final. Tú, pequeño mío, un día dejarás aquí sobre la
Tierra tu cuerpo, aún así tú vivirás de forma diferente que ni cuerpo ni aire
te serán útiles; y solo cuando tu habrás
visto lo que el futuro conserva para la Séptima Generación, solo después, por
concesión de los Siete Espíritu de Dios, y por Consentimiento Suyo, volverás a
ver nuevamente el mundo con un rostro diferente de como ahora tú lo ves”.
Después de haber dicho así, el
Sabio Hombre añadió:
“Ahora te dejaré y
pasará mucho tiempo antes de que tú puedas volver a sentir el calor de tal
Verdad en tu Alma; pero te digo aún: En aquel tiempo, cuando tú habrás
regresado entre los hombres de la Séptima Generación y cuando habrás cumplido
los treinta y tres años, yo estaré en tu Alma y en tus Pensamientos, y de ello
te daré prueba de haber venido, ya que te querré hablar de muchas cosas.
Y ahora es
oportuno que tú sepas aún lo que deberá advenir en breve tiempo, para que sepas
el camino justo y recomendable.
Sucederá que el
Sol se volverá siete veces más grande y mucho más resplandeciente de como tú
ahora lo ves. Esto no te tiene que turbar el Alma porque ninguna cosa arderá
con ardiente fuego. Cuando esto sea visto, tú moverás camino hacia oriente y
paso a paso tu Alma será aconsejada por los largos senderos verdes que en el
tiempo deberás recorrer. El camino será muy largo y fatigoso, pero esto será
turbación ni para el cuerpo ni para el Alma tuya porque será guiado y
aconsejado.
Sucederá que al
final del largo camino encontrarás aquellos que sobre la frente llevan el Sol,
similar a aquel que tu ves en el cielo; y allá te detendrás. Allá pasarás el
resto de tu vida; acabarás los días sin sentir dolores en tu cuerpo, ni este
estará desprotegido, ni mano humana lo tocará hasta el final. Y entonces,
cuando esto suceda que tú dejarás el cuerpo, de hombre, y vendrás en el Reino
de los Cielos, desde aquel Reino yo te haré ver aquello que sucederá sobre la
Tierra por culpa de la Quinta Generación”.
Luego de haber terminado lo que
dijo, yo me sentí envuelto por un profundo sueño e inclinando mi cabeza sobre sus
rodillas me adormecí silenciosamente.
A la mañana siguiente, apenas
mis ojos se abrieron, vi en el lugar de las rodillas del Sabio, una gran
cantidad de diferentes flores perfumadas y aún vivas muy vivas. Él ya no
estaba, ni en los alrededores mis ojos lo vieron. Busqué con afán y con
esperanza y por mucho tiempo peregriné sin hallarlo; ¡pero, hay de mí! Vanas
fueron mis búsquedas. Él no era como soy yo, ni sobre la tierra, porque ocurrió
que mi Alma, dentro de mí, habló diciendo: orvalen@libero.it
“No fatigues más
con tanto Amor, ya que inútilmente tu hallarás Aquel que deseas volver a ver
como era. Yo ya no soy como tú eres, porque el Padre me ha llamado hacia Si y
aún así estoy dentro de ti para que tu Alma hable y diga lo que yo quiero
decir”.
Lo que yo sentía dentro de mi
me alegraba el corazón, y mis ojos daban Luz de Beatitud como yo nunca tuve. Y
sin embargo Él ya no estaba, y yo con ímpetu anhelaba que Él fuera así como mis
ojos lo habían visto.
Pasó mucho tiempo, y dentro de mí
albergaba la Voz del Cuerdo Sabio y me seguía a todos los sitios donde yo iba. Mis
años llegaron a los veinticinco y el sol estaba en el signo de la Sabiduría que
es el Signo del Espíritu y era el Signo de la Quinta Generación, en los que
viví los años de mi vida creciendo como una planta en el prado. En aquel tiempo
sucedió lo que mi corazón estaba grabado. Y vi el Sol acercarse tanto a la
Tierra como una amenaza mortal. La región, los Reyes y los Sacerdotes tuvieron
infinito susto, y todos gritaban como seres sin sentido; corrían como el viento
alocado para buscar refugio en los vientres de los montes. Y gritaban con tanto
ruido que a mi me parecía que las aguas de los mares invadieran la tierra.
Mis ojos no se retiraron del
espléndido Sol vuelto 10 veces más grande de cuanto él era habitual que fuese; ni mi Alma sintió consternación, ni me moví
del sitio donde quedé inmóvil, envuelto por tal esplendor. Y sucedió que,
mientras mis ojos miraban tanta maravilla, el Verbo que en mí se hacía Palabra
decía:
Es hora de que tú
tomes el camino hacia oriente, porque lo que debía advenir sucederá pronto para
obrar y por el Querer de Dios”.
Dicho eso yo no me quedé mucho
en meditarlo, porque sabía que “ÉL” era quien hablaba dentro de mi. Y sucedió
que, mientras yo me dirigía camino hacia oriente, vi el Sol girar como gira una
rueda de carro en la seca tierra y sin ser ninguna amenaza, volvió nuevamente
como antes era, diez veces más pequeño.
Las multitudes, los Reyes y los
Sacerdotes, aún aterrorizados, no salían del interior de los montes, porque en
sus pensamientos permanecía el miedo de que el Sol volviese a ser más grande y
más amenazador que antes.
En mi pensamiento surgió, como
el amanecer, el trazado del camino que debía comenzar, porque yo sabía en mi
corazón de tener que comenzarlo. Y de este modo sucedió que mi cuerpo comenzó
su fatiga, que con el paso del tiempo parecía aún más difícil. Después de
muchos días de camino llegué a un gran bosque, y allí mi cuerpo reposé y mis
ojos di al sueño.
Vi un Sabio Cuerdo Hombre sanar
mis llagas que se me habían formado en el cuerpo, con amoroso cuidado y vi
también que Él puso en mis secos labios aceite oloroso diciéndome: “Dilecto hijito, esto es Amor del
Espíritu; levántate porque la hora está cercana y de tal gran bosque no quedará
nada, solo cenizas y ya nada tomará más vida”.
Así hice y con más fuerza que
antes comencé a dirigirme encaminado abriendo sendero a mí paso.
Paso entonces mucho tiempo
antes de que yo viera a un hombre y muchos otros después venir a mi encuentro
como si yo tuviera la corona de su reino. Sin embargo tuve gran miedo antes de
que el Verbo dijera:
“Mira en sus
frentes y tranquilízate porque éstos son aquellos que Dios salvará de la dura suerte, siendo ellos la
semilla de la Sexta Generación; y éstos te amarán, porque tu reforzarás en sus
corazones La Verdad del Espíritu que es Reino de Dios”.
Y yo, cuando tuve cerca
aquellas criaturas, observé atentamente sus frentes y vi el signo del Sol, así
como cuando era 10 veces más grande. Y antes de que yo dijera lo que en mi mente
nacía, ellos me dijeron: “SABEMOS LO QUE TU TRAES AL TEMPLO DE LA SABIDURÍA Y
SABEMOS ADEMÁS CUANTA FUERZA HAY EN TU ALMA POR QUERER DE DIOS. VEN, QUÉDATE
CON NOSOTROS Y REALEGRA CON MÁS CONOCIMIENTO ESPIRITUAL NUESTRAS CONCIENCIAS”.
Y yo que escuchaba su modo de
hablar pensando más allá, e incluso aprendiendo aquello que ellos decían, les
dije: “LLEVADME ALLÁ DONDE EL TEMPLO LEVANTADO DE LA GLORIA DEL ESPÍRITU CONSERVA
BIEN VUESTRAS ALMAS CUERDAS Y SABIAS, PORQUE ES VERDAD QUE ALLÍ RESIDIRÉ HASTA
EL DÍA QUE DIOS LO QUIERA”. orvalen@libero.it
Y así sucedió que yo entré en
el Templo y Adoré la Gloria del Espíritu Santo y enseñé el Benigno Querer de Su
Sabiduría al pueblo de aquellos lugares.
Llegó que los años míos
llegaron al número 49 y en aquel tiempo el Verbo habló diciendo:
“Hijito, prepárate
para dejar tu cuerpo porque, como tú sabes, la hora de tu fallecimiento ha llegado, y come te dije
vendrás al Reino de los Cielos para ver lo que sucederá sobre la Tierra, por
culpa de la Quinta Generación de los hombres. Prepárate, hijito, porque en el
sueño tu dejarás la vida terrena y tu cuerpo será bien conservado como yo te
dije en un tiempo y como Dios ha dispuesto que así sea”.
Y yo alegre por lo que
escuchaba, probé tal alegría que el sueño me tomó con una dulzura infinita.
Pero no dormí, porque me vi en un lugar que la humana gente no ha visto nunca,
ni construido con palabras, tan bello era aquel lugar que yo creí que todavía
estaba durmiendo y soñando, pero en cambio no era así.
Allí vi la Dulzura, Amor,
Piedad, Bondad, Caridad, Cordura y Sabiduría y tanta otra belleza del Espíritu
y del Reino de los Cielos. Yo vi también todas estas Virtudes incluso en los
hombres, porque tal forma ellos tenían, similares a como yo era y sin embargo ellos
ya no eran y tampoco yo. Había tanta Belleza que mi Espíritu se alegraba de tal
modo que no sabía expresar. Cada instante de hora, cada hora del día estaba
envuelta de dulce Beatitud y de lleno de tanto Amor, que los demás, como yo
demostraba tal alegría, acercándose a mí sin que yo los viera caminar decían
todos a coro:
“Gloria al
Espíritu en la vida eterna. ¡Gloria, Gloria, Gloria!”.
Y yo como ellos con el Verbo
del Silencio sin coger aire en lo que ya no tenía, decía:
“Gloria, Gloria a
Dios amable Padre de todas las Virtudes. ¡Gloria, Gloria, Gloria!
Y escuchaba tanta música que
ningún oído humano podía jamás haber escuchado.
Cada cosa de la cual yo no sé
medir la belleza tenía la Luz Resplandeciente alrededor mío, me pareció de
contar miles de miles de Soles y miles y miles de Estrellas. Y la noche yo ya
no la vi más porque la Luz siempre permanecía espléndida tal como yo la
encontré. orvalen@libero.it
Ahora, mientras yo tanta
dulzura absorbía con la Luz del Espíritu, sucedió que se abrió en el espacio,
como por encanto, una gran pared de los que viven en oro vivo, adornada de
flores de mil colores y que rayos de siete colores salían antes que los
hombres, tal forma Ellos tenían, con largos cabellos como luminosa plata
volaban alrededor como pajarillos en fiesta, anunciando con Verbo penetrante y
fuerte musical armonía, a los Siete Espíritus de Dios. Y estos Anunciadores
eran de tal belleza que los ojos de mi Espíritu no osaban levantarse por la
maravilla.
Justo después sucedió que rayos
como oro, tal era el color, formaron un grandísimo Templo, tan grande como para
poder contener todas las generaciones de la Tierra, y en el centro de éste,
estaban sentados los Siete Rayos de un blanco luciente. Yo ví sus cabellos como
la nieve al sol y suaves como ligerísimas plumas, largos y posados sobre amplias
y bien formadas espaldas. Sobre sus frentes brillaba una luminosa estrella
similar a aquella que yo ví sobre la Tierra, cuando yo era así como ahora no
soy, y su Verbo lleno de Celestial Dulzura, como música, alcanzaba a todos sin
que Ellos gritaran.
Ante tal visión me sentí
turbado, en cambio era verdad, porque Sus Voces me alcanzaban también a mí que
era el último que había llegado, y tan lejano. Y sucedió que uno de Ellos se
levantó e indicando como queriendo llamar algo, dijo:
“Que se acerque
aquel que desde el oriente de la Tierra ha venido aquí al Cielo por Querer de
Dios”.
Y sucedió que levanté la frente
y con mi gran alegría los ojos, que no obstante yo no tenía, se posaron sobre
el rostro de Aquel que como hombre vino sobre la Tierra para dictar La Ley
Divina y para hacer previsiones de Sabiduría Celestial.
¡Cuánta alegría sintió mi
Espíritu no puedo incluso ahora decirlo! Pero yo digo, y esta es la Verdad, que
ÉL era el Sabio Hombre que yo ahora recuerdo. Y sucedió que yo no pude contener
demostrar mi alegría y decir: “Mi corazón ha estado siempre contigo sobre la Tierra así como el Espíritu
mío está contigo en el Reino de los Cielos”.
Y Él, como un Padre habla a su
hijo respondió:
“La Gracia del
Padre Eterno está contigo, Hijito, como lo estaba cuando tu piedad sentiste por
lo que yo te dije, que vendrías al Reino de Dios para ver las cosas que sobre
la Tierra ocurrirán”.
Y todavía dijo: “Yo conozca la tu Fe en el Espíritu, y
todo el Colegio sabe tu obra sobre la Tierra en la era de la Sabiduría, por lo
que Dios, el Rey del Cielo y de la Tierra ha querido acoger, con complacencia,
nuestro decir en favor tuyo; y ÉL propuso aún lo que aquí sucede y que deberá
suceder en el tiempo que fue, Hijito, te volverás aún patrón del cuerpo y
vivirás como hombre sobre la Tierra de la Séptima Generación”.
Y yo, como hijo obediente y
cuerdo que sigue la Enseñanza y en el Querer del propio Padre, estaba atento y
escuchaba con sentimiento Su decir y Su proponer por lo que permanecí firme en
Sus Designios. Y entonces sucedió que se levantó del lugar donde estaba y con
Él otros de los Siete, y sin mover los pies, vinieron a mi encuentro, y
tomándome por la mano ya sea Uno que el Otro, me llevaron fuera del lugar donde
yo estaba para alcanzar un gran monte.
Allá, con gran maravilla mía,
aprendí de sus demostraciones lo que querían decir los Corderos que yo veía
esparcidos un poco por todas partes muertos, algunos como ahogados, y otros
como quemados.
Era un terrible ver de mis
ojos, que ya no eran como aquellos que tenía como hombre sobre la Tierra. Y
Ellos dos, demostrando, querían aquello que yo veía sobre el monte, me dijeron: orvalen@libero.it
“Hijito, ahora
desde este monte que tu verás cosas que luego, por el Querer de Dios, sucederán
en la Quinta Generación, en la Sexta y en la Séptima.
En esta última,
que es la Séptima, tú habrás renacido sobre la Tierra, y hasta que no hayas
llegado a los 33 años, no recordarás nada.
Cuando habrás
cumplido los 33 años nosotros vendremos para residir en tu Alma y abriremos El
Secreto y diluiremos aquellos que antes estaba atado. Y tú entonces recordarás
lo que eras antes, y en tu Mente se verificará el retorno de las cosas vividas
en la Era de la Sabiduría y de aquello que has visto en este lugar. Esto te
será fácil recordarlo, y tú harás esto: Escribirás aquello que oyes sin sentir
cansancio en tu mente y sin sentir cansancio alguno en tu cuerpo.
Además ocurrirá
que un número siempre tendrá tu Conciencia despierta y fuerte, y este será el
número “Siete”. Y aún te decimos: Que tu corazón no tendrá paz hasta que tú no
habrás cumplido la obra que está en el Designio de Dios para la Séptima
Generación.
Además tienes que
saber que muchos te serán hostiles y muchos se reirán de tu obra, y esto no te
debe entristecer tu Alma, porque es verdad que quien de ti se ríe se
arrepentirá de haberlo hecho.
Habrá Almas
sinceras que creerán en ti, y esas se salvarán en el cuerpo y en el Alma y se
purificarán y purgarán sus pecados cometidos. Luego ni madre, ni padre, ni
esposa, ni hijos y ni amigos te creerán, es más intentarán de fatigar para que
el Velo del Desaliento caiga sobre tu voluntad. Pero nosotros vigilaremos sobre
ti y sobre tu alma posaremos los Siete Dones del Espíritu Santo, y tú serás
Sabio, Inteligente, bien aconsejado, fuerte en la Ciencia y en la Piedad;
finalmente sentirás el Temor de Dios.
Así tú serás y
tendrás la fuerza de combatir y de vencer la obra de los malvados y los más
aconsejados, y ponerla con dulzura y bondad, o de conocer cosas que los demás
no pueden, y de rechazar las falsedades de las acusaciones dirigidas hacia ti.
Y ahora que tu
sabes estas cosas que deberán suceder en la Quinta, en la Sexta y en la Séptima
Generación, que es la Última Prueba de la humana gente sobre la Tierra,
nosotros callamos para que tu Espíritu observe”.
Yo en la espera, después que
Ellos callaron, oí un tan gran ruido que mi Alma tembló de miedo, y vi lo que
narro:
“Una gran
oscuridad se hizo alrededor de nosotros, y debajo y por encima de nosotros; y
vi los hombres de la Tierra, y las mujeres y los niños temblar de miedo porque
la Tierra empezaba a temblar como una hoja al viento y el mar a hervir como el
agua en una puchero. El grito de terror llegaba hasta el Cielo. Toda criatura,
como locos, huían para encontrar protección en los montes, empero no podían
tener tal esperanza. Y advino que el mar hervía cada vez más fuerte y la tierra
se separaba de la tierra y caminaba en el mar similar a ramitas empujadas por
el furioso viento. Y yo vi que todas las aguas entraban en la tierra y multitud
de ella permanecía bajo el agua dejando un gran hueco; y luego nuevamente lo
veía, y luego ya no la volvía a ver, y con esta cada cosa que portaba en su
seno. Templos, hombres, animales y grandes bosques y todo lo que había perecían
míseramente. orvalen@libero.it
Luego vi moverse
las montañas tan lejos que creía que se habían vuelto pequeños ramos en el agua
que corría como un río engrandecido. Eran montañas aquellas, unidas a mucha
tierra que como transportadas sobre la palma de la mano de un lugar a otro eran
puestas en otro lugar. Otras montañas surgía de la profundidad de los mares y
otras desaparecían para siempre. El gran mar empujado y vuelto a empujar
saltaba sobre la tierra y, como un prestidigitador, todo lo hacía desaparecer
en un instante. Y yo escuchaba los gemidos de aguda desesperación vagar en el
espacio, y luego nada.
Solo el mar vi y
fuego disparado sobre las aguas, y la tierra que todavía estaba fuera de las
aguas correr desde un punto a otro punto como alocada.
Solo un trozo de
esta quedó fuera de la catástrofe, y ni el mar ni el fuego la ofendieron.
Y yo sin comprender que era me
dirigí a los Dos Cuerdos Sabios diciendo:
“Venerables
Maestros de Mi Espíritu, ¿qué es pues lo que yo veo fuera de la ira e incluso
está a la luz del Sol?”.
Y Ellos me dijeron como si ya
lo hubieran dicho, dijeron:
“Hijito, aquel es
el lugar de los Padres de la futura generación y de su semilla Dios se servirá
para sembrar nueva vida y nueva generación que será la Sexta y la Séptima.
Aquella que tú ves es la única tierra que está a la luz del Sol, y es aquel
lugar donde la Fe en el Espíritu ha quedó incontaminada y pura, aunque en el
sol ellos tuvieron Temor de Dios. Allá yace tu cuerpo que estuvo vivo y ahora
ya no lo está, porque tu Alma está aquí al lado de nosotros. Y lo que tú has
visto no sufrirá la suerte de la ira desencadenada, porque es verdad que ese es
la Semilla que el Padre ha querido conservar para las demás generaciones
futuras, Sexta y Séptima”.
Y yo escuchaba lo que Ellos
decían, aun sin quitar los ojos del Espíritu mío del mundo hecho pedazos. Y
queriendo todavía preguntar para aclarar, dije a Ellos:
“Dulcísimos
Maestros, ¿por qué es que toda cosa perece con tan despiadada suerte?”.
Y ellos me dijeron:
“Aquello que Dios
ha conocido sobre sus obras no encuentra justificación por sus vidas, porque han
ofendido con el peor de los males a Dios, ÉL se vuelve Ira y castiga. ÉL ha
querido detener la obra monstruosa de esa generación y sembrar la nueva
semilla.
Y la Semilla
deberá de germinar y dar el tallo y luego las ramas y las hojas y luego aún los
Frutos, y si estos últimos serán buenos para el Espíritu, el Árbol vivirá
feliz, si luego se volvieran amargos, los gérmenes del mal golpearán el Árbol y
este comenzará a perder vida. Pero ya que la humana gente nunca está contenta del
Bien del Dios Creador dispensa, adviene que son ellos mismos los que miden el
tiempo que el Árbol debe vivir”.
Ocurrió entonces que Ellos
callaron y apuntaron con el dedo para que yo, despojándome de los
razonamientos, mirase más atentamente allá donde entonces había tierra y ahora
había mar, y allá donde había mar ahora había tierra. El rostro del mundo había
cambiado mucho, y estaba desnudo como cuando nace el hombre. Ni templos, ni
casas, ni árboles, ni cosas vivientes veía más; la desolación vi y parecía lo
único que existiese en el mundo. Solo en aquel lugar donde quedó la Semilla yo
vi vida y alma, y allá el Sol resplandecía y daba luz y calor a las cosas que
proseguían por Querer de Dios.
Y pasó mucho tiempo y más
tiempo aún, y sin embargo yo no sentía cansancio de tener los ojos del Espíritu
fijos allá donde las aguas, vueltas como negro humo, se movían todavía sobre la
tierra para buscar la salida y hallar un lugar distinto. Y mientras yo meditaba
tales cosas, Ellos dos, similares a mi, no quitaron su mirada ni hicieron
ninguna mención de consideraciónorvalen@libero.it , y como yo miraban lo que yo miraba.
Y paso todavía mucho tiempo y
aún más tiempo, tanto que yo sentí la necesidad de preguntar algo para escuchar
respuesta y deshacer el silencio que se había hecho alrededor como una sombra
de tristeza y de dolororvalen@libero.it . Y les dije a Ellos, para mover sus pensamientos de la
inmovilidad:
“Decidme ahora,
Jueces Sabios, si mi preguntar no es audaz, ¿que sucederá cuando las aguas sean
como eran normalmente, limpias como el Cielo y la Tierra como sábana al Sol?”.
Y Ellos dirigiéndose a mí, ya
que era lícito dar una respuesta a mi pregunta, dijeron:
“Sucederá, Hijito,
que la Tierra retomará Vida, porque este Sol lo hará por Querer del Padre
Celestial. Además se verificará que los ojos de tu Espíritu verán renacer sobre
la Tierra cada cosa que a ti te pareció estar muerta para siempre; y en cambio
no era así.
Verás aún que la
tierra se vestirá con bellos ropajes, similares a aquellos que tú te pusiste en
los días del Amor del Espíritu, y toda cosa, resplandecerá Vida y Calor como en
el Principio cuando el Designio de Dios se volvió realidad”.
Y yo escuchaba y más aún
deseaba conocer, como un niño cuando para comprender y conocer mejor las cosas
que sus ojos ven, hace tantas preguntas. Así hice yo y pregunté, y Ellos, como
pacientes Padres respondieron a la siguiente pregunta mía: orvalen@libero.it
¿Por qué, digo yo
a Vosotros Padres Sabios y Cuerdos, por qué no recomienza nunca la vida allá
donde la Ira del Espíritu Santo se desencadena?”.
Y Ellos me respondieron con
Paciencia colmada de Amor:
“Hijito bendito,
toda cosa adviene por Querer de Dios, porque Su Querer es Justo en el Bien si
en el Bien se vive, en el mal si en el mal se cae. Y aquella Generación que en
el mal hacía caído ha tenido el castigo merecido. Más aún, como los ojos del
Espíritu tuyo ven todavía, El Espíritu Santo ha dejado Semilla para que
regenere y después regenere todavía hasta formar el Nuevo Árbol que será el
Sexto”.
Y oyendo esto, súbitamente
pregunté:
¿Veré yo su camino
en el tiempo desde este lugar? ¿Y veré el Sexto Árbol crecer y sus frutos
madurar?
“Nosotros te
decimos que no, Hijito, porque en aquel tiempo tu no verás, sin embargo sabrás,
porque muchos de nosotros estaremos sobre la Tierra para dictar la Ley, ya que
los hombres, no pensarán ni preverán el Designio de Dios. Pero ahora lo sabemos
y conocemos lo que sucederá en aquel tiempo, y conocemos incluso lo que operará
el Espíritu Santo, el cual se dignará descender de nuevo entra los hombres para
poner ante sus ojos los Dones y la Potencia de Su Reino.
Entonces nosotros
seremos ya hombres y con ÉL operaremos, porque ÉL así lo ha dispuesto que
suceda en aquel tiempo.
Tendremos mucho
que edificar y muchas obras permanecerán nuestras sobre la Tierra que tú aprenderás
solo cuando será alcanzada la hora de aprender. Además te decimos, Hijito, que
cuando sucederá aquello que nosotros ya hemos dicho, será el tiempo que el
Sexto Árbol de la Vida habrá absorbido amargas experiencias, y que este habrá
abandonado la Fe en el Espíritu.
No decimos más,
porque cuando sucederá tu renacimiento en la Séptima Generación y habrás
cumplido más de los veinte años, el Sol comenzará a poner en tu Alma el calor
del Espíritu, y las estrellas apacentarán en el lugar de los pensamientos un
fuerte querer y orientación. No te decimos más a ti, dilecto Hijito, de la
Sexta Generación. Sin embargo consideramos de deberte decir aún, sobre cómo se
comportará la Séptima, ya que tú en esa tomarás cuerpo con Alma como hombre,
así como fue antes de este tiempo, cuando alimento, aire, agua y calor eran
necesarios para tu vida”.
Y yo atento a lo que me decían
y que todavía querían decirme, escuchaba. Y Ellos continuaban diciendo:
“La Séptima
Generación tendrá la Séptima Ley de Dios, y esta tendrá incluso los Siete Dones
del Espíritu Santo, ya que la prueba es la última. Los hombres serán libres de
elegir y modificar según sus deseos, porque está en el Designio del Espíritu
Santo de que los hombres de la Séptima Generación justifiquen la grandeza de
las cosas creadas por Dios sobre la Tierra y en los Cielos, y puedan en cambio
culpabilizar sus obras de muerte y de destrucción.
Sabe finalmente,
Hijito, que se verificará el tiempo de una Gran Batalla y antes aún graves
turbaciones se desencadenarán entre los hombres. En aquel tiempo tu habrás
cumplido los treinta y tres años, por lo que nosotros hemos decidido, por
Querer del Sacro Colegio de los Sagrados Espíritu de Dios, que es Su mismo
querer, entrar en tu Alma para hacer previsiones y para hacer escuchar nuestros
contenidos. Y entonces, cuando llegará el tiempo que estaremos en ti, fuerte
serán tus sentimientos y más fuerte será el Amor tuyo hacia el Espíritu Santo.
Y comenzarás a hablar de cosas que oyes dentro de ti por consejo nuestro, y
fuerte serás por Sabiduría, Ciencia, Caridad, Piedad, Inteligencia, y al final
sentirás más que nunca el Temor en Dios”.
orvalen@libero.it
Y por ello yo recuerdo en este
tiempo y en esta generación, ahora que he alcanzado los 33 años de la Séptima
Prueba de la humana gente. Y lo que vi e contado, aún contaré, porque es verdad
que en mi Alma comienzo a sentir mucho calor como yo bien recuerdo que debía
suceder en este tiempo.
Dentro de mí oigo claras
palabras que hacen vibrar mi Alma y me dicen:
“Este es el
Tiempo, Hijito del Cielo, es este.
En ti está el Espíritu Santo,
obra porque Su Querer ha llegado.
Bendito, Bendito
seas tu en Eterno”.
Correo Electrónico: orvalen@libero.it